Capítulo 15

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Mhia llevaba más de una hora encerrada en la habitación, no quería hablar con nosotros desde que nos encontró leyendo el expediente de Leonardo

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Mhia llevaba más de una hora encerrada en la habitación, no quería hablar con nosotros desde que nos encontró leyendo el expediente de Leonardo.

Jace estaba hablando con el doctor para que nos diera información detallada de todo el proceso que Mhia deberá seguir cuando llegara a Nueva York. Pero ahora mismo, lo que más me preocupaba era que estuviera encerrada sola en la habitación.

¿Por qué el maldito sedante no duró una hora más?

Tomo una larga respiración e intento de nuevo entrar a la habitación.

—Mhia —llamo sin obtener respuesta, así que sigo hablando, debía estar escuchando detrás de la puerta—. Princesa, no puedes estar encerrada ahí todo el día, en algún momento tendrás que hablar con nosotros —no obtengo respuesta, así que continúo—. Sé que te debemos una disculpa y una grande. No debimos meternos así en tu pasado, pero quiero que entiendas que lo hicimos porque queremos ayudarte. Queríamos saber qué era eso que te atormentaba tanto, pero sé que no fue la mejor manera de hacerlo, así que por favor perdónanos, princesa.

Unos pasos se acercan a la puerta y después oigo como Mhia la abre.

—Pasa.

Todo estaba igual a como lo dejamos, ella sigue conectada al gotero, pero se desconectó del monitor de signos vitales.

Toma asiento en la cama y comienza a hablar.

—En serio no debieron hacer eso, mi pasado... no es algo que me guste recordar. Y aún menos lo que Leo me hizo pasar, debieron preguntarme, puede que mi respuesta hubiera sido no, pero aun así ya hubiera sabido que querían hablar de esto conmigo.

—Nosotros lo sentimos, princesa, pero queremos ayudarte, queremos estar para ti —me acerco y tomo asiento frente a ella—. Sé que el tiempo no define cuándo es que debemos comenzar a querer a una persona, Mhia, pero tú desde el primer día que entraste a la oficina de Jace nos tuviste. Eres muy importante para nosotros, queremos ayudarte en todo lo que esté en nuestras manos y fuera de ellas. Tú, ni nadie merece pasar por lo que te hicieron —acaricio su mejilla llevándome las lágrimas que habían comenzado a salir—. Eres alguien que merece ser amada, que ame tus cicatrices y bese cada una de ellas. Jace y yo no somos perfectos, pero estaremos siempre para evitar que caigas, para recordarte lo increíble que eres, lo feliz que nos hace tenerte. Estaremos para recordarte todos los días cuánto te queremos.

Me abraza y puedo sentir como lucha para no venirse abajo. Pero nunca la soltaría, nunca lo haríamos.

—Princesa, suéltalo todo, estaré aquí para ayudarte a levantarte.

—Lo estaremos, mi pequeña ninfa —Mhia levanta la cabeza al escuchar a Jace, se acerca y se une a nuestro abrazo.

—Lo... lo siento —susurra Mhia entre sollozos.

—¿Qué sientes? ¿Llorar? ¿Ser una persona con sentimientos? —dice Jace levantando su mentón para mirarla a los ojos—. Nunca te disculpes por eso, llorar, enojarnos, enamorarnos... tener sentimientos es lo que nos hace seres humanos, está bien que te desahogues, que decides bajar la guardia un momento. No toda la vida tienes que aparentar que nada te afecta, al menos no con nosotros —deja un beso en su frente—. Mhia, si tú no los permites, queremos ser ese lugar seguro que anhelas.

Transcurre un rato en silencio, hasta que Mhia da la respuesta que tanto hemos esperado.

—Sí, solo... por favor, no me terminen de romper... es lo único que les... pido —dice, calmandose un poco.

—Lo juramos y un Salvatore jamás incumple su palabra. Y no solo no lo haremos por eso, lo haremos porque queremos demostrarte que no todos somos como él, queremos demostrarte que puedes confiar en nosotros y que podemos quererte con todo nuestro ser, mi pequeña ninfa.

***

Unas horas más tarde ya nos encontrábamos en el jet de regreso a Nueva York, Mhia se encontraba dormida de nuevo. Estaba recostada en mi pecho y no podía evitar sentirme... completo. Era como si todo lo estaba buscando, se encontrará ahora mismo entre mis brazos.

Aunque lo hacía, ella era todo lo que necesitábamos.

Jace llevaba más de una hora en el teléfono arreglando todo para Mhia. Su apartamento —que esperaba que no tuviera que usar en mucho tiempo—, estaba siendo equipado con todo lo que podría necesitar, desde medicina, hasta seguridad.

A partir de ahora cuidaremos a Mhia más que a nuestra propia vida. Allá afuera había personas que querían hacernos daño y ahora tendrían una manera directa de hacerlo. Ser portador de un apellido poderoso, traía consecuencias de personas poderosas también. Ya sea desde mafiosos —casi nunca nos involucramos con ellos—, hasta empresarios.

El apellido Salvatore llevaba años en el mundo empresarial, debía admitir que habíamos hecho negocios con personas que eran tanto empresarios como mafiosos. Son poderosos, sí, pero no tanto como nosotros. El noventa por ciento de nuestros negocios eran legales, el otro diez por cierto no.

Por eso teníamos que proteger a Mhia sin importar que, porque conocía a ciertas personas que disfrutarían la idea de vernos sufrir.

—Ana intentó entrar al apartamento de Mhia —dice Jace llamando mi atención.

—¿Qué demonios quiere ahora? ¿Y cómo supo de Mhia? No se lo hemos dicho a nadie —la preocupación comienza hacerse presente, si Ana sabía sobre Mhia, haría todo lo que estuviera en sus manos para alejarnos de ella.

—Aún no lo sé, pero alguien de adentro le está informando de todo. Ella sabía que nos iríamos de viaje y que llevaríamos a Mhia con nosotros, por eso intento entrar a su apartamento.

—¿Pero por qué entrar a su apartamento? —algo no encajaba aquí—. Ana tiene el suficiente poder para saber todo de Mhia en cuestión de horas.

—Lo sé. Y por eso que se trae algo más entre manos, ella quería que supiéramos que sabía sobre Mhia.

—No me parece buena idea que se quede sola en su apartamento, no con Ana y sus instintos psicópatas sueltos.

—Podríamos pedirle que se quede unos días con nosotros, hasta que estemos seguros de que su apartamento es seguro. No quiero agobiarla, además tengo que hablar con sus padres.

—¿No crees que sería mejor esperar un poco para ver qué tal van las cosas? Acaba de decirnos que sí y tú mismo dijiste que no quieres agobiarla.

—Jared, sabes como soy, no pienso formalizar nada sin la bendición de su padre, no quiero que esto después le traiga problemas a Mhia.

—Bueno, hermano, en lo que decidas te seguiré —acaricio el pelo de Mhia mientras veo la serenidad en su rostro—. ¿Qué haremos con la escoria del primogénito de Christian Milano?

—Por ahora solo nos encargaremos de la salud de Mhia y mientras tanto lo dejaremos vivir unas cuantas semanas de su miserable vida —no disfrutaba de la violencia, pero si matar a Leonardo Milano traía paz al corazón de Mhia, entonces lo haría con gusto.

Mi princesa ya no tendría que huir más y podría quedarse con nosotros. 

 

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Sombras oscuras © Libro 1 || [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora