Capitulo 3

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Un fuerte golpe en sus costillas atrajo su atención a la chica a su lado. Cuando se volvió a mirar a Mery, ella lo estaba mirando cuidadosamente, frunciendo el ceño. Aunque veía cierta preocupación en sus ojos, lo que mayormente vio fue ira.

El sexto período, el último del día y el favorito de Peter, era fotografía. Todos los de último año que tomaban cualquier tipo de arte electiva la tenían como su última clase del día. La mayoría lo veía como un período para holgazanear y relajarse. Peter lo veía como la única hora en que podía seguir su pasión.

Caminando hacia la clase, Peter colocó el bolso de la cámara en el suelo al lado de su escritorio y se deslizó en la silla. Él ya estaba imaginando los dos futuros trabajos más importantes del primer semestre: Naturaleza y personas. Peter esperaba un día hacer de su vida un fotógrafo de deportes. No es que nadie en el mundo supiera o le importara si lo hiciera. Su padre y Mery querían que él fuera un jugador de fútbol profesional. Su madre quería que el fuera un dentista como su padre, aunque ella estuvo de acuerdo con lo del fútbol por miedo. Todos sus amigos pensaban que cualquier tipo de arte era para endebles, así que Peter mantenía su amor por la fotografía para el mismo.

Él estaba mirando soñadoramente fuera de la ventana, pensando en lo que le gustaría fotografiar primero, cuando una voz como el terciopelo le hizo alzar la cabeza hacia adelante enfrente del salón. Su corazón se disparó cuando la vio. No podía detener la sonrisa tonta que curveaba sus labios cuando ella se giró y lo vio. Ella regresó su sonrisa con una propia. Hacía sudar sus palmas. Peter la observó mientras hacía su camino a través de los escritorios hasta el único asiento vacío en el salón —el que se encontraba detrás de él muy al final de la clase.

Peter le dio un minuto a Lali para que se acomodara antes de girarse y hablarle. Su corazón martillaba mientras pensaba en que le diría. Nunca en su vida había estado nervioso por hablarle a una chica.

No estoy realmente nervioso en sí, se dijo a sí mismo. Pero lo estaba. Por primera vez, que pudiera recordar, en realidad le importaba lo que una chica pensara de él, en realidad quería dar una buena impresión. Normalmente, ellas lo buscaban a para salir. Ni siquiera tenía que intentarlo. En absoluto. Incluso aunque hubiera estado saliendo cerca de cuatro años con Mery, nunca tuvo escasez de atención femenina. Aparentemente a las chicas no les importaba ya sea que estuviera tomado o no. Sólo lo querían. Punto.

Finalmente, aclarando su garganta, Peter giró en su asiento, colgando su brazo casualmente sobre la esquina del escritorio de Lali.

—Lali, ¿cierto?

¡Idiota! Pensó Peter. Ella sabe que tú conoces su nombre. Ahora acabas de sonar como un paciente mental.

—Sí —dijo ella, sus labios curvándose en esa angelical sonrisa—. No recuerdo tu nombre.

—Peter —respondió, extendiendo su mano y ofreciéndole un apretón de manos—. Peter Lanzani.

Lali miró hacia la mano de Peter y su sonrisa se amplió. Podía patearse a sí mismo.

¡Amigo! ¿Le estás ofreciendo un apretón de manos? ¿Le estás ofreciendo a una chica un apretón de manos?

Sin embargo, era muy tarde para anular el gesto, así que Peter mantuvo su posición, rezando porque ella no pensara que era un completo imbécil y corriera tan rápido como pudiese en la dirección opuesta. Lentamente, para el alivio de Peter, ella deslizó sus dedos dentro de sus manos y dio un apretón sorprendentemente firme.

La piel era fría y tan suave como nada que hubiese sentido antes. Peter se preguntó distraídamente si su mejilla se sentía de la misma manera. Él imaginó que lo hacía.

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