Capitulo 31

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Poniéndose de rodillas, Peter tomó primero un pie y luego el otro, quitando los zapatos de Lali y poniéndolos a un lado. Cuando sus ojos encontraron los de ella otra vez, pudo ver el fuego ardiendo allí y su cuerpo se endureció en respuesta. É gimió y Lali mordió su labio, el sexy gesto sólo se añadió a la incomodidad de Peter. Cerrando sus ojos contra la imagen tentadora que ella presentaba, él se recompuso antes de volver su atención a desnudarla.

Con su mirada nunca dejando la de ella, Peter llevó la mano a su estómago y cogió el dobladillo de su camisa. Vio un destello de incertidumbre parpadear en sus ojos. Siempre sensible a ella, movió sus dedos hacia abajo, hacia la cintura de sus pantalones vaqueros, deslizándolos sólo dentro. Sintió su estómago contraerse bajo su mano, y con un movimiento rápido de sus dedos, liberó el cierre de botón.

Sus ojos permanecieron fijos mientras Peter deslizaba la cremallera hacia abajo. Estaba tan en sintonía con ella, que pensó que podía casi escuchar la sangre bombeando por sus venas.

Tiró de los pantalones vaqueros de Lali. Atentamente, ella levantó sus caderas y lo dejó deslizar el material por sus largas piernas y sacarlo de los pies. Para él no pasó desapercibido cuando Lali puso sus manos sobre su estómago, impidiéndole inconscientemente levantar su camisa.

Peter hizo una pausa después de poner sus pantalones a un lado, inclinando su cabeza y mirando profundamente a los ojos brillantes de Lali. Extendiendo una mano hacia delante, puso sus dedos sobre ella.
—Por favor.

La vio dudar, prácticamente podía ver la indecisión e inseguridad mientras debatía. Pero entonces, deliberadamente, ella movió sus manos y las puso sobre las mantas a sus lados.

No dijo nada, sólo llegó por el dobladillo de su camisa y lentamente lo subió hasta su estómago. Cuando no pudo ir más lejos, le tomó la mano y la ayudó a sentarse, mientras sacaba el material por encima de su cabeza. Cuando ella se recostó, se encargó de mantener sus ojos fijos en los de ella. Quería ver su reacción a lo que ella más temía.

Lentamente, Peter dejó que sus ojos viajaran por el hermoso rostro de Lali y el grácil cuello, haciendo su camino por la amplia curva de sus pechos hasta su estómago, a la cicatriz que ella protegía de todas las miradas, incluida la suya. Vio que sus músculos se apretaron y la oyó inhalar y contener la respiración, como esperando que él se alejara o ser rechazada por la línea de color rojo púrpura justo debajo de sus costillas. Él levantó su vista hacia ella, vio el miedo allí, y sonrió antes de bajar su cabeza para presionar sus labios a la cicatriz.

—Eres hermosa —susurró mientras esparcía besos a lo largo de la línea de la herida y hacia su ombligo. Cuando la escuchó liberar el aliento que había estado conteniendo, deslizó su lengua dentro del agujero de su ombligo. La oyó gemir de nuevo, pero esta vez de una manera diferente, de manera excitada.

Estirándose a su lado, Peter apoyó su peso sobre un brazo mientras se cernía sobre Lali. Levantó la mano y frotó el dorso de sus dedos por su mandíbula.

—Quiero que esta noche sea perfecta para ti. Y que sepas que ya ha sido perfecta para mí.

Vio sus ojos llenarse de lágrimas justo antes de que bajara su boca a la de ella y comenzara el baile que despertaría fuego de su cuerpo, la pasión que sentían ellos el uno por el otro.

El beso que comenzó como dulce se convirtió rápidamente en sensacional, como a menudo lo hacía entre ellos. Tenía las manos en su cabello y agarrándose a sus hombros mientras sus dedos exploraban su suave piel.

Alejando su boca de la de ella, Peter besó un camino por su cuello y el pecho hacia el valle entre sus pechos. Deslizando sus dedos dentro de la banda del material sedoso, liberó el cierre frontal y se inclinó hacia atrás para tomar el tesoro que acababa de revelar. Era perfecta. Más perfecta de lo que había imaginado. Reverencialmente, Peter llevó la mano para tocarla. Se emocionó al ver los escalofríos que se propagaban a través de su pecho y apretaban sus pezones. Bajó la cabeza, tenía que probarlos.

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