Como de costumbre, había una fiesta después del partido. Esta vez, Peter no tenía que pensar en una excusa plausible para no ir. Tenía que llegar a casa para el viaje de la familia al lago.
No fue hasta que se detuvo en su camino de entrada y vio el familiar convertible rojo que Peter se inquietó. ¿Qué estaba haciendo Mery en su casa?
Con un profundo suspiro, Peter estacionó y se dirigió adentro. Mery estaba sentada en la sala de estar, riendo con su familia.
—Ahí estás —dijo alegremente Bartolome Lanzani—. Me alegra que llegaras a casa. Tienes suerte de que tuvieras un auto que conducir después de un partido como ése.—Se echó a reír para sacar el aguijón de sus palabras, pero todos en su familia sabían que había más que un grano de verdad en lo que el anciano Lanzani estaba diciendo. Él obviamente había contemplado quitarle al auto a Peter. Su farsa era estrictamente para el beneficio de Mery.
Peter sonrió apretadamente ante las "bromas" de su padre.
—Podría haberme saltado el viaje al lago y pasar el fin de semana con Pablo. Estoy seguro de que me habría prestado su camioneta.
—Pero habría sido grosero con la pobre Mery. Ella está yendo específicamente para acompañarte.
—¿Qué? —Peter no pudo evitar la sorpresa y el disgusto en su voz.
Los ojos de Bartolome brillaron, desafiando a Peter a avergonzarlo.
—Sí, la invité a venir. Ustedes dos siempre amaron mucho el lago, ¿por qué no hacerlo una feliz reunión?
Peter quería informarle a su padre, y a Mery, que no habría reunión de ningún tipo, pero podía decir que su padre todavía estaba en un berrinche. Probablemente uno incluso peor que antes. Después del partido, Peter estaba sorprendido de que su padre no hubiera hecho algo drástico, algo mucho peor que tomar su auto y empujar a su ex novia a su garganta.
Con otra sonrisa tensa, Peter se excusó, necesitando un minuto para calmarse y pensar.
—Supongo que sería mejor conseguir mi mochila entonces. —No esperó por el permiso de nadie, sino que simplemente se alejó hacia las escaleras.
Avanzó dos escaleras a la vez, su sangre en llamas. No se detuvo hasta que estuvo sentado en el extremo de la cama, detrás de las puertas cerradas.
Él dejó caer su cabeza entre sus manos. Todavía no podía creer lo prepotente que su padre podía ser a veces. No había límites para lo que iba a hacer para conseguir lo que quería, para obligar a los demás a plegarse a su voluntad. Ninguno.Un ligero golpe hizo rechinar los dientes de Peter. A menos que fuera Stefano, no tenía ganas de ver a nadie más en su casa. En momentos como estosc ulpaba a su madre tanto como a su padre, sobre todo porque ella había estado parada a un lado toda su vida, dejado a su padre hacer lo que quería. Incluso golpear a su hijo.
—¿Qué? —espetó.
No hubo respuesta, solo el crujido de la puerta cuando se abrió lentamente. Cuando Mery entró por la abertura y cerró la puerta detrás de ella, Peter saltó de la cama y caminó hacia el otro lado de la habitación, deteniéndose para cruzar los brazos sobre el pecho.
—¿Qué quieres, Mery?
—Mira, Peter —comenzó ella, moviéndose para posarse en el borde de la cama, en el lugar exacto que había dejado vacante—. Sé que esta no es la manera en que querías pasar tu fin de semana, pero tu papá me llamó antes del partido de esta noche, rogándome que viniera. Él solo quiere lo mejor para ti. ¿No puedes sólo seguirle la corriente por un fin de semana y pretender que nos estamos llevando bien?
Sonaba calmada y racional. También desorientada. Mery no tenía idea de cómo era realmente su padre, qué clase de monstruo acechaba bajo esa superficie pulida. Peter siempre había hecho grandes esfuerzos para ocultar las marcas que su padre había dejado en él, en primer lugar por temor a la ira de su padre y luego por temor por su madre y hermano. Le preocupaba que si el Servicio Social lo sacaba de su casa bajo circunstancias de ese tipo, humillando a su padre de esa manera, habría un infierno que pagar en casa. Infierno puro.
—No tienes idea de lo que estás hablando, Mery.
—Entonces dime. Ayúdame a entender. No ve por qué esto sea la gran cosa. —Hizo una pausa, paseando la mirada dócilmente—. A menos que tuvieras planes con alguien más, eso es.
Peter sabía muy bien que no debía caer en sus trucos. Mery estaba tramando algo y él lo sabía. Sólo que no sabía qué.
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Frágil
Fiksi RemajaEl corazón de ella, tan delicado como el cristal. El amor de él, tan fuerte como el acero. ¿Puede alguno sobrevivir a la vida y la muerte?