Lali ya se había cambiado en su bata de hospital. Gimena Esposito estaba doblando su ropa y poniéndola en la maleta que descansaba en el sillón reclinable de vinilo en un rincón. Peter estaba sosteniendo la mano de Lali. Con aire ausente, pasó sus dedos de la otra mano al lado de la prótesis que ya no necesitaría después de hoy.
—No tengas miedo —dijo. Aunque ella no había mencionado el miedo, podía leerlo en todo su rostro, en su muy brillante sonrisa. La conocía demasiado bien—. Vas a estar bien. Mejor que bien.
Lali sonrió.
—Voy a hacer pis como una campeona en poco tiempo.
Peter se rió entre dientes.
—El sueño de todos...
Echó un vistazo al reloj de la pared. Eran casi las 7a.m. Hora de que se vaya. Se aclaró la garganta.
—Bueno, volveré por ti en un momento. Te dejaré descansar, ¿de acuerdo?
Lali frunció el ceño.
—¿Te vas?
—Bueno, yo, eh, no quiero cansarte antes de, uh, ya sabes. Debes estar descansada para pasar por esta cosa, ¿verdad? —tartamudeó Peter.
Lali trató de sonreír, pero Peter podía ver que ella había tenido la impresión equivocada.
—Por supuesto. Quiero decir, estoy segura de que tienes razón. —Ella apartó la mirada, parpadeando rápidamente varias veces antes de pedirle a su madre su bolso. Gimena miró a Peter mientras llevaba el bolso de Lali a la cama. Abriéndolo, Lali retiró un sobre y se lo entregó a Peter—. Quería que vieras esto antes de entrar a la cirugía. Ya sabes, por si acaso...
—¡Por si acaso nada! Dámelo después.
—No, Peter. Tenemos que ser realistas. Siempre hay una posibilidad de que las cosas podrían no ir según lo previsto.
—No digas cosas como esas —reiteró Peter con exasperación—. Ya te dije...
—Lo sé, lo sé. Por favor. Sólo ábrelo.
El sobre ya estaba abierto. Tenía su nombre en él, pero la dirección de la calle de Lali. Decía Universidad del Norte de Florida en la esquina superior izquierda.
Peter metió la mano y sacó el pedazo de papel. Lo desplegó, leyó y volvió a leer las palabras.
—¿Qu-qué es esto? —Estaba completamente confundido.
—Por favor no te enojes. Sólo lo hice porque te amo —dijo Lali, con la barbilla temblorosa.
—Pero, ¿qué hiciste? No lo entiendo.
Lali jugó nerviosamente con su tubo de intravenosa, negándose a mirarlo a los ojos.
—Cuando te rompiste la mano y tomaste todas esas fotos increíbles de los partidos de fútbol que te perdiste, dejaste algunas de las que acabábamos de revelar en la casa una noche. Cuando parecía que no podrías ser capaz de obtener una beca completa para LSU con una beca de fútbol, imprimí una copia de tu ensayo desde mi ordenador portátil y lo presenté con esas fotos a un par de universidades con programas de Arte realmente buenos. Sólo quería ver. Quiero decir, sabía que eras lo suficientemente bueno, pero sabía que no harías nada al respecto debido a tu padre. —Lali se detuvo, mirándolo desde debajo de sus pestañas—. Así que lo hice.
Peter sólo se quedó mirando a Lali durante al menos dos minutos, digiriendo lo que ella había dicho, lo que había hecho. Cuando aún no podía encontrar las palabras para darle las gracias, decirle lo mucho que la quería y que su creencia en él le afectaba, enganchó un dedo debajo de su barbilla y le levantó la cara hacia la suya.
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Frágil
Roman pour AdolescentsEl corazón de ella, tan delicado como el cristal. El amor de él, tan fuerte como el acero. ¿Puede alguno sobrevivir a la vida y la muerte?