Las semanas siguientes ellos fueron inseparables. Peter recogía a Lali y la llevaba a la escuela cada mañana y la dejaba en su casa cada tarde antes de la práctica de fútbol. Entonces, después de ducharse, iría y pasaría la tarde con ella.
Estudiaban y hacían la tarea. Escuchaban música y miraban televisión. Pero sobre todo reían y hablaban. Peter encontró en Lali a alguien que lo entendía, a quien realmente parecía importarle las cosas que decía y lo que quería de la vida. Cuando le contó sus sueños, ella apoyó la cabeza en su hombro y soñó junto con él, como si en realidad ella pudiera verlos viviendo juntos.
Y Peter hizo lo mismo con Lali. Ella le contaría las muchas cosas en su "lista de deseos", y planearían hacer cada una realidad. Lo único que Peter odiaba de todo era que a veces ella hacía sonar demasiado inminente su muerte. En cualquier momento antes de cumplir los cien y estar arrugados, con diez nietos era demasiado pronto en lo que a él se refería. Pero nunca se quejó y dijo algo al respecto. Pensó que podría ser algún tipo de mecanismo de afrontamiento para ella y tenía miedo de alterarla con ello, no importaba lo mucho que le molestara.
Había un par de cosas en su lista que eran particularmente curiosas, cosas de las que ella evitaba hablarle y que la hacían sonrojar. Por supuesto, su imaginación corría salvaje cuando ella tropezaba y balbuceaba sobre ellas. Él quería presionar, pero pensó que era mejor si se lo decía a su debido tiempo, no importaba lo mucho que lo torturaba en el intermedio.
Era viernes de nuevo y Peter estaba acompañando a Lali a su casillero. La mano de ella estaba envuelta en la suya y ambas mochilas colgaban sobre el hombro de él.
No le importaba quien lo viera o dónde estuvieran, hacía mucho tiempo que había descubierto que era más feliz cuando él la estaba tocando, incluso al tocarla de alguna manera pequeña como sostener su mano mientras caminaban. Y así lo hizo. Y ella no se quejó.
—Tengo una sorpresa para ti. ¿Puedo tomarte prestada por un rato después del almuerzo?
—¿Una sorpresa? Por supuesto, puedes tomarme prestada después del almuerzo — coincidió Lali con una sonrisa.
—Perfecto. ¿Nos vemos en mi auto?
Lali sonrió.
—Estaré allí. Seré la que esté de... —Hizo una pausa para ver lo que llevaba puesto, como si se hubiera olvidado de cómo se había vestido—. Púrpura. Seré la que lleve púrpura.
Peter se rió mientras Lali le sonrió. Si ella pensaba en él la mitad de lo que él pensaba de ella, pensó que era probable que se hubiera olvidado lo que llevaba puesto esa mañana. Peter a veces se sorprendía de recordar algo que no tuviera que ver con Lali. Rápidamente se había convertido en su mundo y él sólo podía esperar que ella se sintiera de la misma manera. Sospechaba que lo hacía.
Sus ojos marron centellearon con humor y algo especial que sólo aparecía cuando ella lo miraba. Como siempre, lo calentó, emocionó y lo hizo querer protegerla y devorarla al mismo tiempo. Pero justo entonces, en ese momento, también lo hacía querer besarla.
Así que lo hizo.
Suavemente, de forma espontánea, Peter bajó la cabeza y apretó los labios contra los de Lali. Eran suaves y flexibles. Listos, como si ella lo hubiera deseado tanto como él lo había hecho. Era la primera vez que la había besado en público, en la escuela, pero simplemente no podía evitarlo. Cuando ella se inclinó hacia él, se dio cuenta de que ella tampoco podía hacerlo.
Sus labios se abrieron un poquito y Peter deslizó su lengua para una probada rápida. Sólo que no era suficiente. El interior dulce de su boca, aún con menta por su pasta de dientes, lo llevó adentro como una abeja a la miel, y antes de darse cuenta, el beso se había profundizado. Su mano libre estaba en su cintura sosteniéndola, y tenía las manos de ella en su cabello.
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Frágil
Teen FictionEl corazón de ella, tan delicado como el cristal. El amor de él, tan fuerte como el acero. ¿Puede alguno sobrevivir a la vida y la muerte?