Capítulo 6

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Una vez suena el timbre que anuncia el fin de clases, espero a que los alumnos abandonen el instituto y recojo las nuevas cartas que hay en el muro. Las guardo en la mochila y, cuando hago por coger una que hay en la zona central, se cae un azulejo al suelo y queda al descubierto un hueco en la pared. Me asomo y alcanzo a ver algo plegado. Con ayuda de mi mano lo alcanzo y vuelvo a poner el azulejo como puedo.

Miro la carta escrita con letra parsimoniosa. El papel está algo desgastado y sucio. El polvo que ha cogido ha oscurecido un poco la hoja, pero la letra se puede ver sin problemas. En la firma hay el nombre de una chica: Cathy. Arriba, la fecha en la que fue escrita.

14/12/86

Esta noche me quitaré el disfraz de Celestina y seré la chica que tiene una cita con el chico que tiene robado completamente su corazón. Intercambiaré los papeles con mi otro yo que me ha acompañado durante todo el curso y, aunque da miedo pasar de estar entre las sombras a salir a plena luz, me muero de ganas de ser la protagonista de mi propia historia. Ser, junto a ti, artífice de nuestro cuento de hadas. Y el final no me hace falta saberlo, porque sé que, a tu lado, todos pueden ser felices.

Mi amor, te espero mañana junto al lago a las nueve de la noche. Allí tuvimos nuestra primera cita y será el lugar donde comenzará nuestra nueva vida.

Te quiero, mi apuesto príncipe azul.

Cathy.

Guardo la carta en mi mochila y, antes de marcharme, decido escribir una respuesta a esa persona en una hoja de la libreta de literatura.

Querida, Cathy

Espero que tu apuesto príncipe azul se reuniera contigo en aquel lago donde vuestro amor empezó a emerger y que estés viviendo la historia de amor más bonita de todos los tiempos.

Con amor, Celestina.

Pego la carta a la pared como he hecho otras veces y camino hacia la salida del instituto con una imagen ficticia de aquella pareja riendo, comiendo helado y besándose mientras mojan sus pies en el lago.

Gillian está fuera y me recibe con una gran sonrisa.

—Te estaba esperando.

—¿A mí?

Asiente.

—Me preguntaba si querrías venir a mi casa para avanzar con el trabajo de historia.

—No sé si a tu hermano le hará gracia tenerme por allí. Parece que no le caigo bien.

—La única persona a la que traga mi hermano es a sí mismo y porque no le queda más remedio. No me importa cuáles sean sus deseos. Sé cuál es el mío y es que vengas conmigo a pasar la tarde en mi casa.

—Está bien.

Me hace un gesto para que le siga hasta un coche.

—¿Tienes carné?

—Prometo que lo tendré.

Río por su osadía y me acomodo en el asiento. No me siento inquieta. Ya he vivido esta aventura antes y en solitario que es mucho peor, así que no me asusta. Gillian se sitúa ante el volante, baja el quitasol y me dedica una sonrisa mientras se pone unas gafas de sol.

—Por cierto, tu amigo Nate me ha dicho al salir que te dijera que tenía prisa por irse a casa porque esta tarde va a quedar con su compañero para planificar el trabajo.

Celest Saywell y los 80: Cartas a Celestina (PGP2023)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora