Todavía con imágenes de cuerpos en bolas moviéndose en incómodas posiciones danzando en mi mente y muchas más preguntas de las que creía tener, entro en casa y saludo. Un olor humeante y delicioso escapa de la cocina. Voy prácticamente levitando hacia ella para poder descubrir qué huele tan bien.
Grace pone sobre la encimera un tiramisú. Voy hacia donde está, cojo un colador pequeño, vierto chocolate en polvo en su interior y espolvoreo toda la superficie del tiramisú.
—He pensado que un postre cerraría la noche con broche de oro.
—El tiramisú será un acierto.
—¿Crees que deberíamos decorarlo un poco más o sería excesivo?
—Con un poco de trufa rallada y una hoja de menta estará terminada.
—Buena idea. —Va en busca de los ingredientes mientras yo busco el rallador en el primer cajón del mueble. Mamá consigue la menta de una planta que tiene en la ventana de la cocina, arrebatándole una pequeña hoja, y viene para dármela. Rallo un poco de trufa sobre la tarta, cuidando que no se disperse demasiado. Finalizo con la menta—. Disfrutas como una niña haciendo este tipo de preparaciones.
—Es divertido.
—Y muy minucioso.
—Es interesante la gran importancia que tiene pesar hasta el último gramo de cada ingrediente. El más mínimo cambio puede desequilibrar el sabor de un postre. Hay que intentar encontrar la proporción perfecta.
Mamá sonríe, pasa su brazo por encima de mis hombros y besa mi mejilla. Eso me hace sentir reconfortada, calmada y me aporta mucha energía positiva.
—A Gillian le encantará.
—Me preocupa más que os caiga bien. Es tan bueno conmigo y le quiero tanto que me da verdadero miedo que no lleguéis a ver lo increíble que es de la misma forma en la que yo consigo verlo.
—Sé que siempre soy muy exigente contigo, Celest. Pero lo más importante para mí es que seas feliz. Y si Gillian te hace sentir así, entonces no hay nada más de qué hablar.
David entra en la cocina con la camiseta negra algo manchada de polvo y viene hacia la tarta de pinta apetitosa que le llama como si de un canto de sirena se tratase. Hace por rebañar un poco con su dedo índice, pero mamá le quita esa idea de la cabeza dándole un azote en el trasero con un trapo de la cocina. Él da un salto y se lleva las manos a la zona dolorida.
—Nada de hincarle el diente hasta después de la cena.
—Intentaré no caer en la tentación—dice papá. Me dedica una mirada y sonríe—. Después de llevarme una noticia amarga, me apetecía un poco de dulce.
—¿Qué ha pasado?
Se sienta en la silla antes de disponerse a responder a la pregunta que le he formulado. Mamá también se escurre hacia uno de los asientos y agarra las manos de mi padre para animarle a revelar aquella noticia tan terrible que trae consigo.
—Creí que el aprendiz no superaría al maestro, pero lo ha hecho. Celest, la familia Crawford quiere que te encargues personalmente de limpiar su hogar.
—¡No! ¿Por qué quieren eso?
—Parece que acabaron muy satisfechos contigo.
—¿Incluso con el incidente de las cenizas?
—¿Cenizas? No han dicho nada al respecto.
—Bueno. Tampoco había mucho qué decir. El acto hablaba por sí solo.
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Celest Saywell y los 80: Cartas a Celestina (PGP2023)
RomanceTras publicar, por error, un relato maldiciendo al supuesto príncipe azul en el foro online del instituto, Celest Saywell tendrá que hacer de Celestina del instituto entero sin haber sentido antes con su propio corazón lo que es el amor, mientras es...