Llamo a mis padres para hacerles saber dónde estoy gracias a un teléfono que me presta Gillian. Más tarde me pasaré por casa para asearme y cambiarme de ropa. Y estoy convencida de que mi madre soltará alguna queja por haber estado desaparecida y papá se pondrá de mi parte diciendo que estoy en la edad de salir y entrar, que es algo normal que todo el mundo ha hecho.
—¿Estás lista para el segundo epígrafe del trabajo?
—Sorpréndeme.
Antes de salir de la casa vuelve a hacer uso de presencia Sam. Lleva una camiseta roja, una chaqueta vaquera negra junto con unos pantalones del mismo tono y unas botas. Lleva en una de sus manos un casco de moto que balancea de delante hacia atrás. Sale y va hacia su moto.
—Sam, evita meterte en líos.
—Problemas es mi segundo nombre.
—El mío será llamar a la policía si revientas la noche.
Muestra su dedo pulgar de la mano derecha mirando hacia arriba. Le quita la pata de cabra a la moto y sale de la zona residencial después de ocultar su bonito y ondulado cabello dorado.
—Me pone de los nervios.
—Eh. —Acaricio su mentón y tiro ligeramente de este para que me mire—. Esta noche saldremos y será divertido.
—Me apetece muchísimo.
—Y a mí—coincido con una sonrisa—. ¿Sabes también qué me apetece mucho? Saber cuál es el segundo epígrafe del trabajo.
—Vamos. Te lo enseñaré.
Ilusionada como una niña en la noche de reyes, voy tras los pasos de Gillian, quien me indica que suba al coche en el que me monté para marcharnos del instituto. Muevo mis piernas, impaciente, y miro a través del cristal, dejando caer mi mirada, de vez en cuando, en el rostro contento de mi acompañante.
—¿Puedes darme una pista?
—Pronto lo descubrirás.
—No puedo esperar. ¿Es un duelo de caballería? Siempre he querido asistir a uno y apostar por el participante por el que nadie daría ni una sola moneda.
—Para batirme en duelo debería haber un buen motivo.
—¿Qué motivo sería suficiente para blandir tu justa?
—El amor me parece una buena razón.
Sonrío por su respuesta.
—¿Y tú? ¿Cuál sería tú motivo?
—Que se comiesen la última croqueta del plato.
—Estarías en todo tu derecho y contarías con mi total apoyo.
Sale de la carretera y detiene el coche un poco después en un camino de tierra. Miro la entrada a una zona arbolada con cierto desconcierto. Busco una respuesta por su parte que satisfaga mi curiosidad o, al menos, me dé un poco de tranquilidad, pero él ha desaparecido de mi lado.
Abre la puerta del coche para que salga.
—Hace unos minutos te morías de ganas de saber cuál era el destino y ahora quieres quedarte en el asiento del coche.
—¿Qué hay que ver aquí?
—Eso depende de la atención y la mirada con la que aprecies el entorno. —Tiende una mano en mi dirección para ayudarme a salir del coche que no dudo en agarrar con firmeza—. Antiguamente, los medievales, disfrutaban mucho dando largos paseos por la naturaleza.
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Celest Saywell y los 80: Cartas a Celestina (PGP2023)
RomanceTras publicar, por error, un relato maldiciendo al supuesto príncipe azul en el foro online del instituto, Celest Saywell tendrá que hacer de Celestina del instituto entero sin haber sentido antes con su propio corazón lo que es el amor, mientras es...