Dos

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La mirada huraña de color marron no alteraba en nada a Elian quien hacia globitos con su chicle mientras revisaba su motocicleta. No sabía que le pasaba a la enana de su hermana pero eso nunca le detuvo de exhibir sus habilidades mecánicas.

—Pásame la llave.

—¡AQUÍ TIENES!

Rápido se agacho evitando exitosamente la llave que cruzo veloz como una flecha de cazador. El sonido siguió y siguió hasta chocar con otra cosa que no fue su motocicleta. Observo el daño a la caja plástica llena de viejos juguetes infantiles. 

La miro extrañado.

—¿Llego Andrés?

Su hermana le miro entre confundida y molesta. Agito las manos volviendo a su rabia antes de virar a otro canal de pensamiento sobre las suposiciones de su hermano. Piso fuerte el piso como parte de su rabieta.

—¡Vete al infierno! Se llama a... abst... ¡Mamá no quiso comprarme mis colores porque tú querías cuero para la cena!

—¿Perdón?

—¡No te creo!

Con un último grito frustrado, Taylor sale del garaje hecha una furia. Para Elian era una suerte, razonar con una chica hormonal no es algo que le apetezca hacer en ese momento. Bastante tenía con la vecina de al lado y sus arrebatos por usar poca ropa, ademas de esos ojos llorosos que le miraban extrañamente. Lo mejor era retirarse estratégicamente.

Se encogió de hombros, camino el poco tramo a la llave tirada en el piso, la reviso por si hubo algun daño significativo. Eran parte del alijo que uno de sus tios le paso de regalo, alegando ser una herencia familiar.  Le gustaria pasarlos a sus nietos en lo posible.

A veces tener una hermana mas joven era un riesgo para sus pertenencias. Que los dioses le protejan.

Por una vida mas dulceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora