Seis

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¿Qué hacia una chica de 15 años un día de verano? Taylor no tenía la respuesta. No una que llegue a complacer los ideales de la sociedad juvenil desde luego. Muchos saldrían con amigos, viajarían, se sacarían fotos que subirían a sus redes sociales, refunfuñarían de lo cerca que esta el inicio de clases. Etcétera.

Ella en cambio solo pensaba como decoraría su bolso para el año escolar y que adornos usaría en su largo cabello. Por lo menos el uniforme resultó bonito ¡No podía esperar para estrenarlo!

¡Oh! También buscaba el modo de vengarse de Elian ¡Intentó tirarla a un charco de agua de lluvia gigante! Por poco se salvó de resfriarse.

—¿Sigues aquí?

—Es que... No termine de coser.

Un escalofrío en su espalda le alertó de posibles peligros, todos presentes en la mirada de su mami quien tenía las manos en sus caderas redondeadas. A pesar de los años se veía hermosa y redonda como una perita. Taylor agradecía haber heredado la menudencia de su padre.

Estaba segura de que odiaría menear de más las caderas o tener que soportar polleras con pocos adornos.

—Deja eso y sal de aquí. Fuera, ten algo de dinero para que vayas al cine o te compres un helado.

Miró con cierto recelo los billetes depositados en su mano, eso sonaba muy mal.

Una salida. Necesitaba una excusa para no dar pie a los planes malignos que la mente de su progenitora estaba decidida a realizar.

—Pero mamá, falta un mes para las clases ¡Hay mucho que hacer! Ni siquiera empecé a leer los libros para este año.

—Lo harás a la noche.

Agarró del brazo a su hija menor quien no deseaba, de ningún modo, salir de la casa con ese calor insoportable. Chillo, rogo, amenazo e incluso oferto su alma pero eso no detuvo a Joselyn de empujarla fuera. Rasguño un rato la puerta y planeo varias formas de entrar hasta que se abrió está de nuevo mostrando a su madre.

—Olvidaste tu cartera.

Estampó en el pecho de la chica el objeto evitando que se escurriera dentro. Con eso le volvió a cerrar la puerta. Gruñido, no tenía otra alternativa más que cumplir sus deseos.

—Tan injusto, bueno, al menos esta vez tengo puestos los pantalones... —Una mirada a su conjunto—  Oh, es una pollera. Mejor aún.

Resignada a su destino del día, caminó a la parada de autobuses. Daria una vuelta por las tiendas a darse ideas para su bolso y quizás pasee por la escuela. Nunca estaba de más saber cómo llegar y volver.

Se preguntó si lograría comprarse un sombrero con lo que tenía guardado en su cartera.

Por una vida mas dulceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora