Diecisiete

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—¡Hora del almuerzo! —Vitoreo la joven agarrando una manga de su amigo— Tengo mucha hambre... me pregunto que habrá para hincarle el diente, en especial los dulces.

—Y yo me pregunto tu razón de seguirme.

Le miró con una expresión tan inocente que se sintio tentado de tirarla a un aula cualquiera y encerrarla ahí, no sabia si para molestarla o resguardar a alguien de sus tretas. Suspiró caminando mas aprisa para la cafetería, de no apresurarse caería en un caos horrible.

Soportó lo mejor posible las clases, en cada una terminó con ella a su lado y con varios gestos dulzones de alrededor apoyando su "relación ilicita". Siendo tan temprano no le sorprendía el dolor agudo en su cabeza a tanto estrés.

—Pero tú conoces el camino a la cafetería...

—Y estoy seguro de que tu también. Sé que organizan una semana antes del inicio de clases el recorrido guía para los de primer año.

Taylor volvió a sonreír.

—Es cierto, fue muy entretenido estar entre chicos tan jóvenes y nerviosos. Los padres fueron un bonus.

—Entonces... —Sabia que se arrepentiría de soltar esa palabra.

—Quiero estar con mi amigo, no hay nada de malo en eso.

—Para mí sí. ¿Y quién es tu amigo?

La chica le mostró la lengua en actitud desafíante. Ya estaba bastante acostumbrada al genio de su amigo aun si en ese momento se mostraba más huraño que de costumbre. Culparía al hambre que seguramente el sentía.

—Que malo... oh, ahí está la cafetería. Espero tener suficiente dinero.

El chico miró la pequeña carterita que cruzaba su hombro. Se notaba algo pesada llamando su atención. Tuvo bastante años entrenando en el noble arte de la magia femenina y podía decir que algo se ocultaba ahí más allá de dinero. Esperaba que no fueran más dulces, de solo pensarlo le daba diabetes.

Ya dentro se notó la poca presencia de alumnos siendo un pequeño alivio pero tenía que apresurarse. Marcus camino a la fila delante del mostrador tratando de olvidar la presencia de su molestia pasajera, desafortunadamente ella se le pegó a la espalda emocionada de lo próximo a pasar.

—Déjame respirar.

—Exageras, ni que estuviera tapando tus vías de respiración —Se fue por la tangente— Solo estoy apoyándome un poco... Ey ¿Qué es esa cosa verde?

Siguió la dirección de su interés. Hizo una mueca antes de responder.

—El puré milagroso de Mamman. Nadie sabe de qué está hecho pero se le atribuye las propiedades de ahuyentar las malas vibras y relajar tus chacras o algo así.

Uno de los grandes misterios dentro de aquella escuela. Mamman era una mujer alta y atlética quien en sus tiempos más lozanos hizo triatlones o eso es lo que se rumoreaba.

—¡Increíble! Pediré una porción... combinara bien con lo naranja y esa carne picada de ahí.

Se le revolvió algo el interior por la elección de comidas. No es que discrepara de las habilidades culinarias y nutritivas de la cafetería, solo se trataba de un acto reflejo.

Después de todo un puré verde de sabor casi metálico quizás no vaya bien con calabaza hervida o el pastel de carne con salsa barbacoa.

—Si mueres no me ocupare de eso. —La risa de ella le llego suave y espontánea.

—No lo hare, tengo un estomago fuerte... Sus postres dejan mucho que desear.

Un punto a eso, a veces no entendía en que libro se basaba Mamman para cocinar, aquello parecía un pegote blanco con arroz. Otra opción era gelatina con frutas enlatadas. Por ese día iria a la segunda opción. Respingó al repentino apretón de Taylor contra su espalda ¿Cuándo tomo la confianza para mostrarse tan cariñosa?

Casi podía sentir las risitas cómplices. Por el rabillo notó unos cuantos gestos de apoyo y felicitaciones crispándole. ¿No tenían vida propia? Dio unos pasos sin aviso consiguiendo apartar a Tay quien pareció comprender lo que hacía enfocándose en las bandejas de comida.

Marcus rogó que la comida no le haga mal con tanto estrés encima.

Por una vida mas dulceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora