Diecinueve

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Horian los recibió entre ladridos entusiastas. Taylor se apresuró a bajar del transporte para jugar a las atrapadas con el perro de pelo corto mientras su hermano guardaba la moto en el garaje. Nada parecía anormal. En un momento entraron al interior para una reunión de emergencia... o no.

Ambos padres estaban en el comedor revisando varios papeles entre ellos, se suponía serían las historias de Grendall quien no publicaba mucho a menos que tuvieran el sello de aprobado por parte de su esposa. Eran una suerte de equipo. La imagen no era poco familiar a Taylor y se preguntó si fue una falsa alarma por parte suya. Pasó a su cuarto, debía cambiarse el uniforme.

Con una ropa más hogareña, y habiendo colocado sus cuadernos en el escritorios para luego hacer las tareas o resúmenes, bajó en espera de tener un aperitivo. Ni llegó al umbral que el ambiente pesado la envolvió.

Giró a enfrentar sus padres. Ahora si parecía una imagen anormal.

—¿Pasa algo? —Recordó la repentina aparición de su hermano en la escuela— ¿Por qué mandaron a Elian?

—Un presentimiento. Se notaron ciertas perturbaciones cerca de ese lugar... ¿Qué tal el primer día?

Sería una conversación larga, algo que se repetiría cada día, así que Taylor se sentó en su lugar asignado. Le puso nerviosa lo de las perturbaciones, habían tenido días lánguidos sin actividad y ahora eso. Ahora su tiempo de libertad seria acortado no gustándole. ¿Cómo podía ser un intento de chica normal si le coartaban cosas?

—Nada extraño... excepto el almuerzo, en el lugar dejo algo que desear pues uno elige lo que quiere poner en su bandeja. Pregunte si podía llevar una vianda y lo aceptaron. —Miro esperanzada a su madre. Esta asintió—. Los profesores son variados pero ninguno me hizo poner alerta, los de administración... la secretaria de bienestar estudiantil me dio un poco de escalofríos, su nombre es Yolanda Loweei, con dos e.

—Me ocupare de esa mujer. —Interpuso su padre anotando en un cuaderno apartado—. Era óptima la distribución de la escuela si mal no recuerdo, me agradó que los laboratorios tuvieran los sistemas de seguridad patentados y...

—No es momento para eso, cariño.

—Sí, lo siento. —Se disculpó el padre mermando su diversión por los lugares públicos.

Taylor sopesó que más paso en el día escolar, aparte de la secretaria había sentido otra sensación de malestar siendo a la media hora del almuerzo en el patio trasero. También lo comunicó dando por terminada la reunión. Detestaba esos momentos poco familiares.

—Bien. Se levanta la sesión. Ahora... ¿Cómo fue la interacción escolar esta vez? El hecho de conocer alguien de ahí antes del inicio de clases debió dar un cambio ¿verdad?

Su padre era un entusiasta de las relaciones humanas por sus posibles usos en sus novelas de ciencia ficción o como carácter científico. La joven no mostró ninguna emoción de cansancio por ello y empezó a hablar contenta sobre los conocidos de Marcus. Estaba en deuda con él. Sin su ayuda habría costado más pues los grupos amistosos se habían formado mucho antes a su llegada.

Esa bocanada de aire fresco destensó su mente, no era agradable notar que todo es efímero en la vida, incluso la misma felicidad.

Delante suyo apareció una copa de helado con frutas confitadas, un manjar difícil de conseguir por esas horas siendo tan cercana la cena. Un modo velado por su madre de ayudar la transición. Comió golosa mientras seguía hablando con su padre. Elian en cambio se había retirado para hacer los últimos análisis pertinentes. No podían dejar muchas cosas al azar.

Unas horas después, Taylor estaba enfrascada en sus tareas escolares, no era mucho por ser el inicio de clases pero no evitaba su ansia de explayarse abriendo libros de consulta o haciendo algunos cálculos extras. Quizás el fin de semana pida a Elian acompañarla en su viaje por la biblioteca. Si algo no se podían permitir en el lugar era internet. La notebook de su padre era la única excepción como elemento tecnológico de comunicación y los celulares servían para llamadas o mensajes.

En su mente ya casi no existía ese rictus conocido por miedo o aprehensión. Reconoció haberse sentido mal por ello a causa de viejos recuerdos. Un problema creciente el ser ella misma... o más bien el ser "ella". Siguió escribiendo sin tomar en cuenta a Horian quien se acostaba en su lugar privilegiado en la cama de la joven con un bostezo canino. Pronto seria hora de dormir.




Por una vida mas dulceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora