Dieciseis

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La tentación de tirarse por la ventana era fuerte. Falto poco para hacer el ridículo. No. Ella era suficiente para eso. Resbaló por el asiento esperando que no le vea.

—Hola, soy Taylor Josie Cocoa, 15 años, desde hoy estare en esta clase con ustedes. Muchas gracias por recibirme... ¡oh! ¡Marcus! ¿Puedo sentarme al lado de él?

Miro con ojitos brillantes a su profesor, este suspiro señalando el cambio de asientos, muchas le miraron raro. Mas aun cuando en agradecimiento le dejo un caramelo frutal al adulto. De ahí fue pasando al fondo saludando a quien podía. Se la veía tan jovial.

Y su amigo tenia una cara de cansado.

Una vez sentada se inclino en dirección a su querido amigo rebuscando en su bolso caramelos con café. Habia supuesto una situación asi el dia anterior y de todos modos variar los sabores evitarían que se aburriese. La cafeína ayudaría a Marcus.

—... No dormiste bien. Seguro te quedaste hasta que horas con los videojuegos. —Coloca un par de caramelos en la mesa de él.

—Yo no fui quien despertó a base de timbrazos a otros. —Mira ceñudo esos envoltorios brillantes, le tentaba tirarlos.

—Pero es el primer dia. Comete uno, son de café.

—No voy a comerme esas cosas y poco importa si es el primer dia.

—Oh, Dios. Sacrilegio.

Su cara de pena y perplejidad le sacudieron un poco. Con un bajo gruñido desenvolvió uno para empezar a masticarlo. No eran duros siendo un pequeño alivio. El sabor a café y dulce se fue expandiendo despertando algunas de sus neuronas.

Taylor se inclino un poco mas en plan de refutar respecto a su malhumor. Un cuaderno se estrello contra el escritorio del profesor. Giraron sorprendidos la mirada al frente.

—Chicos... Srita Cocoa, si desea hablar con Venadetto hágalo en el recreo. Ya empezó la clase.

Ella tuvo la decencia de ruborizarse antes de pararse recta sobre su asiento. Que bochorno.

—Lo siento profesor.

Con eso dicho quedaron en silencio. Taylor abrió su cuaderno y libros siguiendo todo lo que decia el adulto al frente de la pizarra. Asentia a veces, otras fruncia el ceño, levantaba la mano, escribia, sonreía y era mirada demasiado por Marcus que solo tomaba una que otra nota.

¿Tendria que soportar a esa chica por todo el año? Apenas pudo en las ultimas dos semanas. Que un avión se estrelle contra su curso. Al menos se liberaría de ese sufrimiento y evitaría que otros lo padezcan.

Movio el caramelo en un intento de transferir a ese dulce su rabia e incomodidad.

Noto entonces a sus compañeros de curso y un par de sus amigos haciendo corazones con los dedos. Todos les señalaban como los tortolitos del año. Genial, lo que faltaba. La idea de tirarse desde aquel piso seguia en contemplación, sino fuera que estaban en planta baja. Ni dos metros de distancia.

Seria un año largo. Volvio a resbalar por el asiento.

—No te duermas. —Susurro el incordio de ese año. Giro el rostro a la ventana.

Por una vida mas dulceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora