Ocho

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—Mira, mira... hice un Ownabala color violeta. Tan ridículo.

—¿Por qué es ridículo? ¿Y que es un omanala?

La pequeña admiro el dibujo de una especie de pulpo con cuernos variados en su cabeza y tatuajes en el resto. Para el chico era un globo amorfo.

—Un Ownabala es amarillo en realidad... pintarlo de violeta lo hace más amigable cuando no lo son para nada. Una vez se comieron mis zapatos y termine por tirar claras de huevo en el patio para que se enfermen de salto largaseta.

—... No tiene sentido nada de lo que dices.

—¡Si tiene sentido!

Se cruzó de brazos molesta por las palabras de Marcus. No era lindo para nada y le era raro que sus hermanas sí. Seguro era adoptado. Negó su existencia enfocándose en las preguntas de las mellizas sobre los habitantes del patio en su vieja casa.

Luego de pensar las palabras del chico decidió ir a su casa para llamar de ahí a la suya. En la cartera se le olvido el celular, más por falta de costumbre que otra cosa.

Conoció a la tía y tutora de los tres chicos. Una mujer que no llegaba a los 30 quien se mostraba burlona sobre la relación entre los jóvenes.

Marcus solo rogaba que llegara pronto alguien por Taylor. Era un dolor de cabeza andante con toda esa ingenuidad y actitud infantil. No aparentaba su edad por todos los cielos.

—La cena estará en unos minutos así que vayan limpiando la mesa, tortolitos.

—¡Tía!

La cabeza decorada con cabello rojizo asomo de la cocina.

—Ya. No te quejes. Tu papa traía desde los 12 sus conquistas a la casa.

—Woah... —Tina mira a Taylor, se ríe.

No dispuesto a dejarse llevar empezó a juntar en una silla, libros y otras cosas. Por esa noche tendrían que usar toda la mesa. Tina y Mica juntaron sus hojas pintadas con crayones. Taylor se encargó de ordenar los materiales de dibujo en las llenas cartucheras de las niñas.

—¿Dónde dijiste que vives PonyTay?

—En la calle Tenan.

—¿Desde cuándo es PonyTay? Deja de poner apodos, tía.

—Pero le queda bonito y ella no se quejó —La voz estaba algo amortiguada por las paredes de la cocina— PonyTay ¿Iras a la misma escuela que Marc?

—Iré a la Telakis. Fue la única que me acepto tan de repente... y está algo cerca de casa.

Como le agradaría poder trasladarse a otra escuela en ese instante pensó Marcus, solo faltaba tenerla en su mismo curso pero eso debía ser imposible si estudiaba del mismo modo que se comportaba.

Hogar, dulce hogar. Todos estaban en su contra al parecer, sus hermanas quedaron embelesadas de la ropa que vestía Taylor como también de su actitud. Al segundo se la encontró dentro dibujando y halagando las obras de arte de las mellizas.

Su tía igual en cuanto entro con la carga de ropa seca del patio. Más bien miro boquiabierta a la perdida criatura. Luego acorralo a su sobrino preguntando mil cosas y quejándose de su aspecto sucio cuando ella le enseño mejor de como tratar a una chica, novia, invitada.

 —Vayan a lavarse las manos todos... casi esta. Mira PonyTay... —El ajetreo de la vajilla se escuchó acorralando a la joven en el comedor— mi Marcus ira a la misma secundaria y está bastante curtidito así que puedes pedirle ayuda.

—¿En serio?

—Claro. No debería ser un problema.

Unas niñas reían felices en algún lado de la casa debido al apuro de su hermano. En segundos volvio Marcus a negar ese favor.

—No. Ni siquiera creo que lleguemos a vernos.

Eso descorazonó a Taylor quien hizo puchero, seria agradable conocer a alguien antes de entrar. Sabía lo difícil que era interactuar desde el papel de nueva. No es que esa fuera su primera mudanza.

—Pero dijiste que tenías 16. Eso debe ponerte conmigo que tengo 15 ¿No?

Inclino a un lado su cabeza en una actitud indolente, el chico solo torcio los labios reconociendo esa actitud de sus hermanas. Una niña inocente en actitud de amenaza velada, o al menos el lo ve asi.

—Si llegamos a terminar en el mismo curso me tiro por la ventana.

—Niñito... ¿Que son esos modales con la pobre de PonyTay?

El chico puso los ojos en blanco.  Ya bastante pasaron con ese tema de tira y afloja.

—Ella puede cuidarse solita y seguro que hace su grupo de amigas rápido. No me necesita.

Se sento en su lugar predilecto. Claro que no lo necesitaba, estarían en polos opuestos y a las chicas les gustaba todo eso que tenía color o resultaban irritantes para él. Encajaría bien evitando tener que correr atrás de ella como deseaba su tía Mónica.

Por una vida mas dulceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora