Capítulo 20

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México le rodeo el cuello con los brazos y sintió que presionaba su cuerpo contra el para que pudiera sentir la suavidad de su torso y el calor de su cuerpo. Gimió de nuevo, no podía evitarlo. Estaba deseando deslizar las manos bajo la resbaladiza tela de su camisa, necesitaba sentir la suavidad de su piel.

-Deberíamos parar...- susurro el más alto, recordando que tenía otras cosas que hacer. Pero México no se lo permitió, cosa que le dejo algo impresionado

- ¿Parar? Pensé que esa palabra no iba a formar parte de nuestro vocabulario esta noche.

-Estamos en la sala, México...

- ¿Y? - repuso el más bajo con una picara y desafiante sonrisa

-Y no quiero empezar algo que no tengo intención de terminar en este sitio, rodeado de papeles y cosas del trabajo- respondió Rusia con la poca fuerza de voluntad que le quedaba, para su sorpresa México sabia mover sus cartas a la perfección. - Vamos a seguir tomando nuestra merienda y... O podemos saltarnos eso si quieres, pero...

-Eso sí que es una buena idea

-Podemos ir a tu habitación

México se limitó a sacudir la cabeza

-Te agradezco el esfuerzo, Rusia. Todo esto es algo romántico pero sorpresivo, de verdad. Pero te deseo y quiero hacerlo aquí y ahora- le dijo mientras agarraba su camisa y volvía a acercarse a él.

La poca fuerza que le quedaba a Rusia se desvaneció en cuanto México lo beso. El beso hambriento y apasionado de aquel país hizo que su deseo se elevara hasta la estratosfera y no pudo evitar besarlo de la misma manera, con el mismo deseo y necesidad. Deslizó las manos hacia los pantalones del mexicano y agarro con fuerza su delicioso y redondeado trasero. Su cálida piel era tan suave como el terciopelo y solo aquella prenda estorbaba para deleitarse con aquel objeto de porcelana.

Pero aún le quedaba algo de sentido común y consiguió murmurar algo contra sus labios.

-Aquí no...-susurro Rusia, por primera vez, sintió un poco de miedo hacia aquel país tercermundista, conocía a un México tranquilo y distraído, no a un país lleno de lujuria y encanto.

Pero México debió de darse cuenta de que ya apenas podía resistirse porque se limitó a presionar con más fuerza su cuerpo contra él más alto, mientras rodeaba su cadera con una de sus piernas.

-Si- le dijo con firmeza el mexicano- Aquí. Aquí y ahora. No quiero que me trates como si fuera un plato a punto de romperse. Quiero que esto sea real y excitante. México deslizo las manos entre los dos y tiro de su camisa para abrirla. Oyó como caían al suelo algunos botones.

-Hay demasiadas mentiras en mi vida, Rusia. Tanta falsedad...-susurro México. - Quiero que, por solo una vez, algo sea real. -Le quito la camisa y no pudo evitar gemir cuando el mexicano mordió uno de sus hombros. - Quiero que sea real. Sé que puedes hacerlo. Lo sentí cuando te conocí y así quiero que seas conmigo, Rusia

El más alto sintió un nudo en el estómago, esto era diferente a lo que había vivido con Estados Unidos. Se sentía como si se tratara de su primera vez. Le costó entender lo que México le estaba pidiendo, lo que implicaban sus palabras, pero consiguieron penetrar la espesa niebla de su deseo. No se podía creer que el mexicano hubiera tenido esa energía, esa ira que tenía dentro y que eso le gustara. Una parte de él se revelo contra la idea. Le horrorizaba. Pero por otra parte de su ser rugió con fuerza, quería perder el control, dejarse llevar por fin.

Quería ser tan real como México quería que fuera. Por una vez.

Al menos por una vez. Y esa parte de su ser fue la que gano esa noche.

"Solamente a ti..."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora