Capítulo 21

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-Prefiero fregar sartenes y ollas antes de ir con ese patán

-No seas exagerada hermanita, por Dios- decía Puebla mientras probaba el mole que estaba cocinando para sus hermanos. - No te la puedes pasar toda la vida de rencorosa, no somos así

Ciudad de México se encogió de hombros y abrió el grifo de agua caliente en el enorme fregadero. Había ido a visitar a su hermana, puesto que en la mañana se llevó un horrible recuerdo. Ver toda la sala de estar hecha un desastre, con olor a sudor y sexo en todo y lugar, y lo peor, ver vasos con atole desperdiciado en el suelo, eso fue el punto para que saliera de su casa, no sin antes llamarle la atención a su papá, que, para su mala o buena suerte, no estaba en casa.

Sin más salió disparada para hablar con alguien de sus hermanas, pues, aunque no fuera posible, sentía algo en su interior, y por causas del destino, llego con su hermana Puebla, quien la recibió sin ningún problema. Y ahora, estaba a punto de lavar los platos de su hermana y a punta de sus consejos que no servían para nada. Se acercó a él y empezó a lavar los trastes que se encontraban ahí- No quiero, Puebla. Y no es por ser mala leche, pero digamos que tú no eres la más indicada para decir de rencores, si te metiste en un pleito con Francia hace años

-Oye, me la hizo de pedo por unos pasteles.

- ¡Porque no querías soltar la plata babas!

-Hasta el día de hoy, esa señora no me quiere del todo- dijo entre risas mientras movía el rico alimento con una pala de madera- Aun así, nos damos cuenta de que nos equivocamos, y tratamos de enmendar todo lo que hicimos no creo que se te acabe el mundo por ir a pedirle disculpas a Moscú por lo que paso en la cena y en la fiesta de Japón.

Ciudad de México se quedó mirando un plato lleno de jabón que tenía en sus manos, tal vez tenía razón su hermana, solo sería un simple "lo siento" o un intento del mismo, después de todo quien inicio la pelea fue el ruso, no ella.

La capital observo a su hermana, no podía aguantar aquel estado agradable y feliz que trataba de sacar lo mejor de sí misma y de los problemas, claro solo cuando estaba con ella, pues ante los demás era una de las tres divas de su familia, solo dejando de lado a Baja California Norte y Sur, pues tenía aires de sobresalir de todos los demás. Se imaginaba aquella mujer luchando con sus solados, pobladores y todos aquellos que buscaron defender su patria y su libertad, en ese entonces Francia era otra persona, buscaba tener una base en el suelo mexicano, quería más poder, tener otra forma de darle una lección a los que no eran de su categoría. Pese a que su padre estaba resolviendo otros conflictos, Puebla no dio su pueblo a torcer y con la ayuda del general Zaragoza, logro derrotar a la francesa.

El costo fue alto, pero dejo en claro a otras naciones que con los mexicanos no se juega. Aun así ¿Dónde había quedado ese poder? No lo sabía, pero le bastaba con recordar a una de sus hermanas luchando con desenfrenada pasión y animal.

Aunque la causa allá sido unos cuantos pasteles.

Ciudad de México enjuago los platos y los coloco en el fregadero, se acercó al desayunador y estaba dispuesta a deshebrar el pollo para unas tostadas, pero soltó un suspiro que solo le saco una sonrisa a Puebla

-Entonces... ¿Si pido disculpas, me librare de tus condenados regaños y las burlas de nuestros hermanos? - pregunto la capital

-Pues no te libraras de las burlas, pero al menos tendrás la conciencia tranquila.

Ciudad de México respiro profundamente y trato de recordar que no tenía sentido pedir que sus hermanos la dejaran de molestar tan solo una vez en la vida. Sabía que no era su culpa del todo, pero si tenía que hacerlo nada más para quedar como la víctima, lo haría. Después de todo le sacaría provecho más adelante.

"Solamente a ti..."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora