La carta...
AMIRAMi cuerpo se siente adormecido, quiero abrir los ojos pero los siento pesados, mi corazón se me acelera al sentir que no puedo moverme.
Trato de entrar en calma y comienzo a abrir los ojos, me estiro en la cama, a mi mente llegan recuerdos de la noche de ayer.
¿Que quiere Adal de mí?
La puerta de mi habitación es abierta, entra Samuel con una bandeja de comida y mi pote de pastillas.
--Que hermosa bella durmiente. -se sienta a mi lado, miro mi vestimenta, estoy en una de mis pijamas de seda.-Yo te cambié.
Asiento recibiendo la pastilla con un vaso de agua, al tomarla Samuel sonríe y agarra un pedazo de mandarina que me da en la boca.
--Tienes que descansar y nada de alterarte.-comienza a darme la comida, mi cuerpo duele a causa de los movimientos y mi cabeza parece querer reventar.
--Me duele mi cabeza. -aprieto la boca para no llorar a causa del horrible dolor, he soportado torturas pero este dolor de cabeza simplemente no tiene límites.
Siento pasos en la escalera, Samuel saca su arma y apunta a la puerta esperando a ver quien entra.
Seguramente sabe lo de Adal Fischer.--Amira!!-el grito de Andrés lo hace bajar el arma y abrir la puerta.
Andrés golpea con su hombro a Samuel al pasar por su lado, cuando se sienta conmigo comienza a repararme.
--¿Estas bien? -me pregunta acariciando mi mejilla- Solo dime que necesitas y lo conseguiré.
Niego sin poder hablar, estoy segura de que mi lengua no dará para decir una oración sin que mi cabeza explote.
--Mi loca, ¿Como estas? -Laura en el marco de la puerta me mira tratando de retener las lágrimas pero todo en vano ya que en cuestión de segundos comienza a sollozar y Samuel la abraza, mi dramática.
--Estoy... Bien... -carraspeo al sentir mi garganta seca.
Mi hermano aprieta mi mano con fuerza y sus ojos me miran con demasiada nostalgia.
Es normal que estén tan mal, ellos vieron mí inicio en la enfermedad y les duele mucho volver a presenciar ésto después de ocho años.--Yo debí padecer esta enfermedad no tu. -me dice, aparta su mirada de mí con vergüenza.
Prefiero mil veces padecerla yo a ver a mi hermano sufrir por ella.
--No digas esas cosas. -mi garganta arde y se cortan mis palabras.
Ssmuel me tiende una botella de agua, tomo de ella con lentitud disfrutando el frío bajar por mi garganta seca.
--Ella nesecita estar sola. -dice Samuel al ver que mis ojos pesan, mi hermano me regala un beso en la mejilla y Laura sonríe despidiéndose con la mano- Descansa reina.
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VENGANZA DESEADA (LIBRO I SAGA MUJERES DE LA MAFIA)
AçãoAmira Rinaldi, no sabría como describirla, eso sí las palabras perfectas serían, rencorosa, orgullosa, manipuladora y por sobre todas las cosas VENGATIVA. Pero no podemos culparla ha pasado por tantas cosas y no puede contar con los dedos de las ma...