In My Arms

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Nuestra segunda cita es en su casa, acomodados en el sillón con un par de tazas de té, unas galletas que dijo que las hizo él mismo y sus tres gatos.

Honnie está acomodado extrañamente en mis hombros, como una de esas almohadas de viaje que se colocan rodeando el cuello, Trip está en el regazo del lindo pelirrosa frente a mí y el tercero, una gata gris que se llama Cenicienta está entre ambos, pero apoyada sobre su dueño.

— Jiminie, tengo... Algo para decirte— digo con nervios al cabo de al menos una hora de nuestra cita—. Yo... Sí soy gay.

Él empieza a reír y me siento a morir de vergüenza, cubro mi rostro con una mano para no verlo.

— Hyung... — su mano se posa en mi hombro y me sacude un poco hasta que lo miro—. Todos lo saben, Hyung.

— ¿Qué? Pero... ¿Es tan obvio? — susurro.

Felix asiente.

—Es tan obvio que hasta los heterosexuales se dieron cuenta— dice y fruncí el ceño sin entender— ¿No lo sabes? Digo, el radar gay y eso.

— E-Eso es un mito, Lee, nadie puede detectar si-

— ¿Nunca te diste cuenta que los heterosexuales asumen que son mayoría y por eso no encuentran todos los gays que hay en el mundo? — dice—. En cambio, los homosexuales, o cualquier persona LGBT saben que hay muchísimos y que son los heteros los que esacean, y por eso saben distinguir.

— ¿Crees que tanto?

Félix asiente.

— Hay muchísimos bisexuales, Hyung— dice—. Y hay otros que por su homofobia no ven que no son heterosexuales, pobres reprimidos... Pero ese no es el punto— dice, negando—. Lo que decía es que se te nota tanto que hasta esos estúpidos heterosexuales se dieron cuenta.

Asiento, apretando los labios, no sé que decir, él nota que estoy incómodo y arrepentido.

— ¿Tanto te importa que la gente lo sepa? — dice, su voz es suave— ¿Tanto te importa que digan?

Se acerca a mí, buscando mis ojos, tardo unos segundos en alzar la vista del suelo, asiento como respuesta.

Él me sonríe ligeramente y no sé si es de pena o qué, pero su sonrisa me hace sentir bien por dentro.

— Hyung... Su vida va a durar más que la mía, no se deje morir en el armario por voluntad del otro— dice—. No desperdicie todo el tiempo que le queda, sea usted mismo, sea quien quiera ser, haga todo lo que quiera hacer... Y no lo haga por algo como la muerte cercana o así, no sea como yo.

Su voz es triste, sus ojos son tristes, y las lágrimas que guarda en ellos también son tristes.

Lee Felix no va a ser eterno.

Miró sus ojos, siento su cercanía y su calor, miró sus labios y él hace lo mismo con los míos.

Una parte de mí quiere apartarse, otra parte quiere quedarse con él y no lo entiendo.

Quiero besarlo. He tenido estas ganas antes, pero ahora está frente a mí, en una gran oportunidad que me digo que no puedo desperdiciar.

Otra parte, que ganó todas las anteriores ocasiones en las que podría haberlo besado, esa parte que me dice que no, ahora es una voz inexistente, se calla conforme pasan los segundos en que nuestras miradas se unen.

Nuestras citas me afectaron más de lo que creía.

Tal como me acaba de aconsejar, quiero hacer lo que quiero, y no quiero desperdiciar mi vida sin haber besado a Lee Felix.

Mis manos van a sus mejillas, tiró de él, haciendo que los gatos escapen por la brusquedad del movimiento, atrayendolo hacia mí de golpe, escuchó que él da un gritito de sorpresa, cierro mis ojos y nuestros labios se encuentran, se unen, se encajan y se completan.

Nunca había sentido un beso así.

Al cabo de unos segundos comenzó a moverme sobre sus esponjosos belfos, mis finos labios los comienzan a reconoces con pequeños movimientos y los de él hacen lo mismo.

Acaricio sus mejillas con mis pulgares y él parece reír aunque suena ahogada por el beso.

Felix se separa para dar bocanadas de aire y regresa a mis labios, besando con más énfasis que al principio, los siento cada vez más húmedos por la saliva de ambos, lo hace varias veces, cada vez más seguido, su respiración se hace pesada y demasiado agitada para un beso tan suave, termino soltando sus mejillas cuando siento la humedad de sus lágrimas en mis dedos, al abrir los ojos lo veo llorar.

Sus manos aprietan sobre su corazón con fuerza, su expresión es triste pero tiene algo de dolor por su ceño fruncido y la mueca de sus labios, su respiración es agitada y errática.

— H-Hyung... — llora.

— F-Felix... — intento acercarme a él pero se desploma y cae en mis brazos—. ¡Felix!

— G-Gra-cias... — susurra.

— ¡Felix!

— ¡Felix!

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𝙲𝚘𝚗𝚏𝚎𝚜𝚜𝚒𝚘𝚗 × 𝑚𝑖𝑛𝑙𝑖𝑥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora