CAPITULO 4

107 11 1
                                    

La puerta se abrió de repente y una mujer con el cabello largo y negro, con los ojos del mismo color que su pelo, entró.

Me miró un segundo.

Ese tiempo fue el único que necesitó para reconocerme y rodear la espada que descansaba en el costado de su cadera.

Sin dudarlo corrió hacia mí. Con la cara pálida enfurecida y con la sangre hirviendo.

No di un paso atrás, en cambio esperé gustosa su golpe para defenderme pero nunca llegó aquella golpiza.

Levanté una ceja sorprendida al ver cómo  Ascian la detuvo a algunos metros de distancia.

Dimitte me   — gritó en un idioma que no comprendía.

Sus ojos destilaban veneno mientras que intentaba deshacerse de la magia que la rodeaba

Sanguis non erit in arce mea— contestó  Ascian en la misma lengua. La voz de ambos sonaba gruesa pero a la vez delicada y fría con el asentó.

Fruncí el ceño.

La chica giro hacia su Rey y lo ví.

Vi la decepción en su rostro.

occidit fratrem meum,— rugió — ¡ Occidit amicum tuum !

—  Scio  — gruñó Ascian, me miró detenidamente y luego volvió a hablar —  Sed maga habet aliquid quod offerat.

Ad deos...—  los ojos de la salvaje mujer se fijaron en mi. Odio es lo único que podía percibir en ellos — Tienes suerte de que Ascian te esté respaldando, Hela Wac.

Sonreí sin poder evitarlo.

— Puedo defenderme sola.

La mano que tenía rodeada su espada se tensó. Los nudillos se volvieron blancos por la fuerza que ejercía en su arma y su respiración se agitó.

— Brenna... — Ascian la llamó — Vete de aquí. Hablaremos luego.

Su magia desapareció y Brenna  acortó la distancia entre ambas.

Una sonrisa demoníaca tiró de sus labios, y se acercó hasta mi oído.

Inhaló profundamente.

— Cuídate princesa... — se apartó de golpe — Que en este reino tú no eres nadie, y a ninguno de nosotros le dolería tu muerte.

Le mandó una mirada fría a Ascian antes salir de la habitación. Un silencio se instaló en el lugar haciendo que el sonido del viento de afuera se oyera con firmeza.

— Mañana debes estar lista antes de que el sol salga — la voz de Ascian me estremeció —  En la mesa de mi corte hablaremos de tu situación y luego, conversaremos sobre cuáles serán las condiciones.

Sus pasos resonaron hasta que se detuvo abruptamente.

Levanté la mirada y lo observé, se encontraba delante de la puerta con la espalda rígida y la mano en el picaporte.

— Hay guardias en todo el reino que no dudarán en matarte si intentas salir —  me miró por encima de su hombro de pies a cabeza — Si yo apreciará mi vida no intentaría escapar, porqué aunque no quieras aceptarlos, Hela, ahora eres mi prisionera.

La nuez de su garganta subió y bajo cuando apartó sus ojos de los míos antes de salir y cerrar la puerta con fuerza.

Solté una risa por lo bajo.

El Secreto De Las BrujasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora