CAPITULO 19

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Me habían depositado en una carpa que estaba custodiada por unos cuantos salvajes que disimulaban pasar por ahí y fijarse de si me encontraba allí adentro todavía. Mientras, me quedé en el colchón viejo – y con mal olor – organizando mis ideas.

Esa noche iba ser el campeonato en donde los salvajes más peligrosos daban sus vidas por un puesto.

El rey de los abandonados.

Nunca había participado una mujer, no lo hacían por qué los hombres no les permitían.

Sería la primera en luchar cuerpo a cuerpo con esa gente y si no temiera un poco por mi vida tendría que estar demente.

¿ iba salir viva ?

Tal vez.

¿ Me importaba ?

En lo absoluto.

Estaba tan ocupada metida en mis pensamientos que cuando una pequeña mano rodeó la tela que fingía ser la puerta, cogí lo primero que  encontré.

Un cepillo para peinar.

Entonces entró Clark, y tuve que pestañear varias veces antes de soltar mi arma.

— ¿Que se supone qué haces aquí?

Clark no tuvo miedo en acercarse y sentarse en el horrible colchón.

Se veía bien, menos pálido y con más energía. Las venas que se habían vuelto azules por el veneno habían tomado su color normal, por lo tanto , el hechizo funcionó.

Yo lo salvé.

Yo pude salvarlo.

Una sensación de orgullo se formó en mi pecho  al  caer en cuenta que a él si pude traerle de la muerte.

— Morirás — susurró, con los ojos abiertos — ¡ morirás ahí !

— Tal vez.

Clark frunció el ceño  como si no entendiera mis palabras.

— ¿¡ No tienes miedo !?

Aparté la mirada y junté mis manos.  Suspirando, observé las sábanas manchadas de quien sabe qué y recordé las palabras de mi madre.

El miedo no te puede superar, Hela... El miedo siempre te perseguirá, siempre estará ahí... pero tú decides en si esconderte o enfrentarla.

—  Tal vez. — repetí.

No sabía por qué, pero no podía mentirle al niño en ese momento.

—  Hay algunas mujeres que te apoyan... — musitó como apoyo — eres la primera entre todas ellas que podrás dar pelea.

— Ganaré. — prometí— Ahora vete, dentro de poco me llevarán para que me preparé.

Con los hombros caídos asintió con la cabeza y se levantó, sacó de sus botas una navaja medio oxidada y me la tendió .

— Padre no te dará ninguna arma... — agarré la navaja con cuidado — Y necesitarás defenderte con algo allí afuera.

— ¿ Como es la competencia? — pregunté.

— Sangrienta. — tembló — Y-yo te mentí, no quise nunca participar en eso... y no sabía como no hacerlo ya que soy el hijo del jefe o rey, como quieras llamarlo , y... ¡ Y... !

— Lo sabía. — le corté al instante.

— ¿Que ?

— Sin ofender pero no parecías preparado para esto y tu historia sobre parecerte a tú padre fue bastante pobre — entrecerró los ojos — Lo supe desde que te vi limpio y bien alimentado a comparación de los demás, así que sí, lo sabía y utilicé a mi beneficio tú temor.

El Secreto De Las BrujasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora