CAPITULO 6

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No sabía cuántas veces había repetido las palabras " otra vez " pero cuando ya iba por la última, mi cara debía de tener más moretones de las que podía contar con los dedos de mis manos y pies.

La sangre que escupía y salía de mi nariz se desplazaba por el suelo y mi cabeza daba vueltas, sin embargo, estaba esperando el siguiente golpe de Arwan.

Esbocé una sonrisa diabólica, aunque estaba segura de que mí sangre era más visible que los dientes en ese instante.

— ¿ No te cansas ? — preguntó Arwan, quien se pusó en posición de combate nuevamente.

— Oh, querido, hasta un fae de cinco años pega más fuerte que tú...— me encogí de hombros, limpiando con el torso de mi mano el líquido carmesí de mis labios.

Tan pronto como se movió retrocedí y esquivé sus golpes.

— Vamos, querido, — alenté — me estoy aburriendo.

Eso le enojó.

Bloqueé su puño con mi mano, alejándolo y luego corrí hacia la mesa de armas.

Si no podía usar mi magia, al menos usaría algo en su contra.

— ¡ No puedes acercarte ahí, Hela ! — advirtió Kyler.

Pero ya era muy tarde. Agarré una espada y la moví entre mis dedos.

— En la guerra todo vale, cariño.

Arwan no tardó en llegar hasta la mesa y coger una espada también.

De reojo pude ver cómo la gente dejaba sus actividades y nos ponían atención.

Kyler se levantó rápidamente.

— Arwan,  — lo llamó desde su lugar—  Recuerda lo que nos dijo Ascian.

— No le pasará nada. — contestó, mirándome fijamente.

Nunca en mi vida había usado una espada, pero había visto gente usarla y a pesar de que no pareciera tan difícil, ya me estaba arrepintiendo. Era demasiada pesada.

Arwan levantó su arma sin esfuerzo e intento apuñalarme con ella. La esquivé a tiempo récord e imite su acción pero me tambaleé y terminé tropezando. Nuestro público se rió a carcajadas.

De un momento a otro.

El sonido de nuestras espadas chocando entre sí era lo único que se oía en aquel lugar, la gente nos observaban entre asombrados y nerviosos.

Me distraje un segundo intentando ver la reacción de Kyler, cuando Arwan llevó su espada hasta mi cuello y rodeó mi cuerpo con su brazo libre, inmovilizandome en el acto.

Sus labios rozaron mi oído cuando habló.

— Muerta. — susurró con la voz ronca.

Mis dedos picaban por liberar mi magia pero me contuve.

Sin pensar demasiado, levanté mi pierna y golpeé sus bolas.

Un gemido de dolor salió de su garganta mientras se medio encogía en su puesto. Yo en cambio aproveché  y me escabullí de sus brazos.

Cuando levantó la cabeza, yo ya  me encontraba sosteniendo un arco y apuntando una flecha hacia él.

— Muerto. — repetí sus palabras.

Entonces sentí el suelo girar y fuí consciente de que todos los golpes que había recibido esa mañana estaban haciendo efecto.

Dejé caer el arco  en el suelo cuando mis párpados se volvieron pesados y  toqué mi pecho al sentir mi corazón acelerarse.

El Secreto De Las BrujasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora