CAPITULO 26

56 10 1
                                    



Mi piel se quemaba bajo el tacto de la anciana quien me observaba con los ojos abiertos a la vez que temblaba.

— Debes quedarte donde estas... debes quedarte ahí — balbuceó pérdida.

Con los nervios en puntas ladeé la cabeza y me acerqué a ella.

— ¿ Que dices ? — susurré desconcertada. Palabras desconocidas salieron de sus finos labios haciéndome reventar — Háblame bien joder.

— Debes quedarte ahí donde estas...— dijo en voz baja, tan despacio que las últimas palabras fueron poco entendibles.

Miré hacia atrás para fijarme en Nix pero él ya no se encontraba. ¿ Donde se lo habían llevado ?

Volviendo hacia la anciana que hablaba sola, le fulminé con la mirada e intenté entender algo de lo que decía.

— Que no te estoy entendiendo... — mascullé frustrada — ¡ Dime que ves maldita sea !

La anciana me soltó de un momento a otro y respiró con fuerza. Los muñecos ya no se agitaban a nuestro al rededor y el extraño silbido se fue esfumando con lentitud. El lugar cayó en un silencio absoluto que me hizo preferir oír la risa chillona de la anciana que el ruido de la nada.

—  Tu muerte y a la vez tu vida — pestañeó varias veces y el blanco de sus iris desapareció — Pero no estoy segura, es la primera vez que me pasa esto... simplemente pareciera que tu futuro está incierto aún.

— ¿ Que quieres decir con eso ?

— Digo qué, — suspiró cansada y su piel parecía más seca que hace unos momentos atrás. Como si la magia de su poder había absorbido unas migajas de su vida — La línea de tu futuro está divida en dos, dos destinos, dos opciones.

Sin entender lo que me está diciendo me levanté con tanta fuerza de la silla que terminó cayéndose al suelo.

— ¿ Que. Viste . Ahí ? — pregunté y exigí a la vez.

— Vi... como la soledad se llavaba tu luz — frunció el ceño ante mi actitud. Me valía una mierda. — También te vi recorriendo pasillos de un reino desconocido, parecía que conocías ese lugar como la palma de tú mano.

— ¿ No viste nada más ?

— Vi la magia blanca de tu madre rodear tu cuello.

— O sea que me mata la maldita — bufé pasándome una mano por el rostro sudoroso — Lo que me faltaba.

Si esa mujer me mataba todo lo que había hecho hasta ese instante había sido en vano. La anciana se acomodó la tela que le cubría y negó con la cabeza.

— No, no lo sé. — dijo expectante — Tu futuro no está decidido aún. Los Dioses no terminaron de linear tu vida, hay... Hay algo que no te deja progresar.

Un fuerte estruendo sonó desde afuera y las sombras de un ser que conocía aparecieron en la carpa.

Ascian.

La anciana tembló ligeramente antes de meter una mano en su túnica y sacar una botella con un líquido Esmeralda en él.

— Lo necesitarás hoy. — con las manos arrugadas y llenas de dibujos que no conocía me entregó la botella.

— ¿ Qué es ?— acepté la cosa con recelo.

— Te ayudará a dormir, Hela. — levantó su dedo índice y señaló la salida — Ahora debes irte.

— ¿ Q-que...? — sacudí la cabeza. No tenía sentido que le pregunte como sabía lo que iba a necesitar a una vidente que a lo mejor ya había visto hasta las veces que iba a cagar ese día — Tu ayuda me es inservible, no me has dicho nada importante.

El Secreto De Las BrujasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora