CAPITULO 9

78 10 2
                                    


Estaba finalmente en casa, lo sentía desde el aire cálido que abrazaba mi piel hasta por el aroma de los árboles.

Con cuidado, observé dónde me encontraba.

— El bosque encantado. — susurré.

Había un mito de que en el bosque habitaban animales y seres mágicos que salían solo de noche. Decían que los animales del bosque eran rápidos y astutos, y que sí te encontrabas con uno de ellos debías correr sin mirar atrás.

En cambio los seres mágicos eran agradables y carismáticos, pero si no les caías bien, de alguna manera encontrarían la forma de torturarte antes de matarte y hacer de tu cuerpo trizas.

Nuestro planeta estaba divido por cuatro Reinos, que se encargaban de las cuatro estaciones del año.

La Reina de los elfos estaba encargada de la primavera. Se decía que las tierras de ellos estaban decoradas de flores y pasto verde. Era el lugar más lindo y apreciado de nuestro planeta, tenían plantas que servían para la curación de cualquier enfermedad y animales que en ningún otro mundo tendrías la oportunidad de apreciar.

El Rey de los humanos era cuidador del verano. Aunque nunca logré pisar el pueblo principal de la monarquía los rumores decían que el lugar era cálido y que habían lagos, ríos y vistas hermosas que muy pocos fueron afortunados en admirarlas antes de que se mandará cerrar las puertas del Reino para cualquiera que no fuera su gente.

La Reina de los brujos era la representante del otoño. Todo estaba mal en el reino del otoño, dejando de lado la manipulación que era por lo que se nos reconocía, la Reina era odiada por todos los monarcas de la época pasada, presente y futura. Si no fuera por todo lo dicho, el lugar hubiera Sido hermoso, había libros donde se decía que antes de la sucesión del antiguo Rey, el pueblo otoñal era conocido por ser mágico e inigualable. Cualquiera que entraba en nuestras tierras era incapaz de comprender la belleza que había en ella.

Y por último, El Rey de los Faes quien estaba encargado de controlar y vigilar de que el invierno no se convirtiera en un infierno helado. El reino de los Faes era desconocido. No sé sabía nada más allá de la existencia del castillo , así que era una incógnita lo que se encontraba en aquellas tierras frías. En el pasado, ni yo sabía si el reino continuaba vivo, los habitantes del mundo habían comenzado a pensar que un Rey no digno se sentaba en el trono y que era el culpable por la inestabilidad del invierno... Pero no fue así

No.

Ascian se estaba refugiando en su reino, se escondía entre la oscuridad y desde allí atrapaba a quien quería para su conveniencia. Él estaba esperando el momento perfecto para hacerse ver y que todos supieran de que los Faes seguían ahí, vivos, y no solo un puñado.

Nuestro mundo estaba completamente dividido por muros altos mágicos que evitaban intrusos en los Reinos y de alguna manera todo estaba equilibrado.

Hasta esos días.

— Debemos irnos al Reino. — sentencie caminando hacia mi destino.

Detrás mío, Kyler y Arwan con los pasos dudosos me acompañaron. Allí, en Fall, aún era de noche por lo tanto si nos apurabamos llegaríamos antes del amanecer.

Sentía ojos puestos en mí, como si me persiguieran. El viento sopló tan fuerte que un mechón de mi cabello se despeinó y terminó en mi rostro lo cual aparté rápidamente justo en el momento que ví una sombra pasar entre los árboles.

Nuestros pasos resonaban en el bosque y de un momento a otro, pajaros comenzaron a cantar advirtiendo de mi llegada.

— ¿Cómo piensas entrar junto a la Reina? — preguntó Arwan sin detenerse.

El Secreto De Las BrujasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora