───DOCE: de acuerdo al plan

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CAPÍTULO DOCE
DE ACUERDO AL PLAN.
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ESPANTO. Nada más podría describir la frialdad que infectaba su corazón. Claros y fuertes, los pensamientos no la dejaban en paz. Las yemas de sus dedos tocaron el suelo de mármol frío debajo de ella, haciéndola exhalar temblorosamente. Estaba frío al igual que su corazón.

Con un movimiento de su cabeza que la hizo caer, simplemente comenzó a reír, profunda y honestamente. Su voz resonó entre las cuatro paredes blancas y brillantes de esa habitación, creando un sondio que parecía como si fuera un demonio. Bueno, aquí la consideraban uno.

Lavender era una grisha. Le hizo preguntarse si descubriría qué tipo de grisha era antes de que la decapitaram o, peor aún, la torturaran antes de la muerte inevitable. O, ¿Acaso la anciana simplemente la envió a su propia perdición sin ninguna razón específica? No importaba ahora, ¿verdad?

La mujer echó la cabeza hacia atrás, sintiendo un doloroso crujido en el cuello. Dejó escapar un pequeño resoplido de aire al sentir que no estaba en su ropa interior, estaba vestida con una especie de pantalones de lino y una túnica simple que estaba rasgada, dejando al descubierto su piel azulada y manchada.

La risa pronto se convirtió en un ceño fruncido de disgusto y pánico: alguien la cambió de ropa cuando estaba insonsciente. Alguien la tocó. Empujó el punto rasgado de la cama, dejando al descubierto las manchas azules en su piel que no eran por el frío, eran una marca de un agarre. Alguien la agarró, alguien la usó.

Un sabor ácido junto con la saliva apareció en su boca y pronto vomitó la comida que había comido. Sus labios comenzaron a arder por el ácido del estómago tocando su boca y la dificultad para respirar la hizo senir mareada.

Alguien la tocó.

Sus pensamiento de duelo fueron interrumpidos por la apertura de la puerta, ella se movió hasta que su espalda tocó la fría pared. En la sala entró un señor bastante mayor y con una decente barriga de cerveza, mostrando sus medallas de honor. Mientras tantos, sus ojos miraban a la grisha con un ardiente pasión del odio.

—Qué desafortunado momento en el que llegaste aquí.—comenzó, su voz era áspero mientras hablaba en Fjerdan.

—No entiendo.—ella sollozó en kerch.

—¿Realmente pensaste que entrarías en la Corte de Hielo sin que te vieran?—el drüskelle preguntó en un áspero kerch.

—Fui capturada.—gruñó Lavender.

—Hay siete errores en nuestros documentos. Prisioneros diferentes a los esperados.—comnezó y el corazón de Lavender cayó. Los fjerdans sabía que algo andaba mal y debían sacárselo.

—No es mi problema.—respondió Lavender.

—Es tu problema, drüsje. Ahora, quiero que me des los nombres.—exigió. Dos soldados aparecieron detrás de él.

lavender and velvet ━ kaz brekkerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora