De lo que viene luego de morir

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—Dormir es cosa de humanos Bianca y hasta donde yo sé, tú aun no te conviertes en un hada, aunque con tu tamaño un gnomo sería más apropiado. —El comentario le ganó un merecido golpe en la cabeza por parte de la chica.

Dormir en ese frío camarote tenía a Bianca con los nervios de punta. Y si a eso le sumaba sus horas de insomnio tratando de averiguar por qué alguien además del rey los seguía, lo suyo se estaba convirtiendo en un posible terremoto emocional.

Ya había perdido la cuenta de cuantas veces habían encontrado posibles enemigos que no tenían sentido alguno.

—¿Estás seguro que no te buscan por una venganza sangrienta y pasional?

—¡Claro que no! Deja de pensar en mí como un animal por favor.

—Te recuerdo que así fue como te encontré con Amelia. —Un dejo de celos quedó flotando en el aire, sin pasar desapercibido para Alex.

Alexander se removió incómodo en su pequeña cama. El camarote no era muy grande, pero la idea de dormir en la suite del tipo al que engañaron les sentaba muy mal.

—Deja de poner esas teorías extrañas en tu cabeza. No se me ocurre nadie más que me quisiera buscar, es así de simple. Esto no tiene sentido. A menos que Marla este deseando vengarse de mí por huir unas cuantas semanas, no veo quien más podría estar metido en esto. —La chica miró la habitación sin fijar su mirada en un punto particular y una nueva pregunta se abrió paso por sus labios.

—¿Había alguien más que supiera que huirías?

—Ya te lo dije, pero es imposible que Marla quiera matarme o hacerme desaparecer unas semanas Bia. —El diminutivo la tomó por sorpresa, esparciendo un rubor desde su cuello hasta el inicio de sus pómulos.

—Pero me refiero a alguien más Alex —insistió la muchacha, tratando de mantener su tono de voz en calma.

—Hmm, bueno...no. O sea sí, pero es imposible.

—¿Quién? —La caballera buscó con los ojos al príncipe, quién parecía no querer encontrar sus miradas— Entonces si hay alguien más —sentenció la caballera con seguridad.

—Bianca tú no entiendes. —Alex dejó escapar un suspiro estrangulado.

—Podrías explicarme.

—¡Es que no tiene sentido! —dijo el príncipe tomándose la cara entre las manos.

—O quizás si lo tiene.

—¿Y si mejor te besó y nos olvidamos de esto por hoy? —dijo el príncipe, haciendo un mohín con los labios.

—Mira, por mucho que me tiente tu oferta o me explicas ahora o te voy a arrojar del barco en este instante. —La expresión de Bianca era de piedra, pues por una parte necesitaba ignorar con todas sus fuerzas ese comentario y por otra, sabía que eso era solo una táctica de Alexander para no contarle lo que sabía.

La expresión del príncipe se tornó sombría y un dolor desconocido que hizo visible en su mirada.

—Hay otra persona. Pero me niego a creerlo Bia. Sé que nunca nos hemos llevado muy bien, pero no puede ser que él quiera sacarme del camino así —susurró lo último con pesar.

—Solo dilo.

—Mi hermano Max también lo sabía, de hecho, era el único que sabía además de Marla. —La caballera se quedó helada, pues lo que implicaban las palabras del príncipe era muy serio.

—No creerás que tu hermano... —dijo, suspendiendo la frase en el aire.

—¿Que mi hermano quiera la corona? —contestó el príncipe. Por un breve segundo sus miradas se encontraron y Bianca se quedó sin palabras.

De Príncipes y Caballeras - Los Seis Reinos #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora