No iba a funcionar y Alex lo sabía.
Y es que no había manera de entrar al castillo sin ser visto o alertar a otros de su presencia. Pero necesitaban encontrar a Max pronto, era la única manera de salir de las dudas.
Bianca no le había explicado con claridad porque quería precisamente de todas las personas, encontrar a su hermano. Pero confiaba en el juicio de la chica y si ella creía que era necesario hablar con él para averiguar quién los estaba siguiendo eso era lo que harían.
Aun no acababa de quitarse la mala espina que le provocaba su pequeño hermano y la posibilidad de que fuera él quién los buscara. Pero Bianca parecía tener una fe ciega en que él no era el culpable.
Tomó un largo trago de su amarga cerveza oscura, sintiendo la textura espesa bailar por su lengua. El alcohol no borraba sus preocupaciones ni la horrorosa imagen del bosque, pero de que ayudaba, ayudaba. Miró a su alrededor deseando que la chica volviera pronto de los baños, pues estaba harto de beber solo.
El bar era un sitio inmundo y bullicioso, lleno de hombres sudorosos, con aroma a escroto de cabra y otras cosas que Alex no quería averiguar. Pero Bianca insistió en beber un trago aunque fuera el lugar más espantoso en que Alexander hubiese puesto sus pies.
—¿No podíamos ir a otro sitio? —masculló, casi escupiendo sobre su cerveza mientras la muchacha se subía al taburete.
—Deja de ser tan llorón. No te vas a morir por entrar aquí, aunque quizás debiste limpiar el borde de tu vaso antes de beber de él. Vi al cantinero orinando y luego sirviendo cervezas sin lavarse las manos —Alexander escupió toda su cerveza en una lluvia oscura sobre el aparador, ganándose una mirada inquisidora por parte del hombre que se encontraba a su otro costado.
Bianca sonrió manteniendo su mirada al frente y tomó su vaso entre las manos, disfrutando de un extraño brebaje de guindas y aguardiente capaz de hacer rogar por perdón a cualquier demonio.
Alexander volvió a beber de tu cerveza con sospecha, mientras Bianca observaba las botellas de diferentes licores sobre las repisas con curiosidad.
Continuaron con apenas breves interacciones entre ambos, mientras Bianca miraba a Alex con disimulo por el rabillo del ojo. Estaba agradecida de que él no le hubiese hecho preguntas ni hubiese intentado hacerla sentir bien. Le agradaba la simpleza de las cosas con el muchacho y su forma descuidada de preocuparse por ella.
Definitivamente le agradaba demasiado y no tenía sentido negarlo. Bianca nunca había sido de las personas que evitaban los problemas o huían de las cosas y evitar asumir sus sentimientos era una gran cobardía por su parte. Con más seguridad lo contempló desde sus rubios y alborotados cabellos, hasta su nariz un poco grande para su rostro.
Sin quererlo algo desvió su atención, pues el extraño hombre que se encontraba al otro lado del chico fijo también sus ojos en ella. La chica no lograba ver por completo la figura del sujeto, encorvada bajo una capucha ligera que le cubría gran parte del rostro. Pero algo en el tiraba de ella como un imán. Algo inquietante y familiar.
Sus ojos castaños se encontraron sin timidez con los verde esmeralda del sujeto y un breve reconocimiento paso por la mente de Bianca. Ella conocía esos ojos y a su dueño.
—Tristán —dijo en un suave murmullo, lo suficientemente audible para Alexander y el extraño de la capucha.
—Tu—dijo el hombre, con un brillo curioso en sus ojos, que parecían debatirse por reconocer a la muchacha. Con una gran agilidad de movimientos se levantó de su asiento y tomó a Bianca del brazo, arrastrándola fuera del bar hasta un callejón poco transitado.
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De Príncipes y Caballeras - Los Seis Reinos #1
FantasyPrimera parte de la Trilogía de los Seis Reinos. Bianca White, caballera de los Seis Reinos y rescatadora de princesas, solo quiere dos cosas: Rescatar princesas con la menor dificultad posible y resolver un problema de su pasado. Por otro lado está...