Capítulo XXXII

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"Quince segundos, eso es lo que toma cambiar la vida de una persona.

Esos quince segundos no regresan jamás.

Y depende de nosotros si se usan para bien o para mal."

"¡Hyung!"

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"¡Hyung!"

"Le dije que no me-"

Pero era muy tarde porque ya tenía al príncipe abrazándolo, definitivamente abandonando las formalidades. Y bueno, no podían culparlo, era la primera cara conocida que veía en un mes y medio. A parte de sus abuelos.

Dioses, el tiempo corría.

Hoseok le devuelve el abrazo apenas, demasiado acostumbrado a tratar al menor como un superior. Jungkook se separa y no puede dejar de sonreír, sus abuelos atrás saliendo de la cabaña al escuchar a su nieto desde adentro.

"¡Oh! ¿Este es el jovencito que envió Seokjinie?" La abuela dice y se acerca a saludar. Hoseok está por reverenciar pero la mujer le toma una de sus manos con ambas suyas y aprieta apenas, también encantada por la visita. "¡Es increíble volver a verte! La última vez que te vimos era apenas un recluta."

"M-majestad..."

"Ay, no nos llames así aquí por favor. Dime abuela Jeon." Tras de ella, su esposo se acerca con una sonrisa igualmente, él sí reverenciando apenas con la cabeza en saludo. Hoseok se apura a corresponder. "Debes estar cansado del viaje, ¿por qué no entras para almorzar?"

Notoriamente incómodo al no poder ser tan respetuoso como le gustaría, Hoseok entra a la casa entre comentarios de los ancianos sobre el viaje y preguntas casuales como qué le gustaba comer y si era alérgico a algún plato.

Jungkook no sabe cómo describir el tener algo de su antigua vida allí, pero no se sentía tan mal.

Sin mucho espacio en la casa para cuatro personas, Hoseok tendría que buscar dónde alojarse en el pueblo e ir cuando fueran a entrenar, todo sería costeado por Seokjin así que el dinero no era un problema.

Mantener un perfil bajo sí.

Jung Hoseok era bien conocido por todo el reino como el guardia real más importante, el único al que el antiguo rey le guardaba respeto a pesar de su corta edad. Había más probabilidades de que alguien lo reconociera, que a el mismo Jungkook. Así que el plan dependía enteramente de Hoseok no saliendo más que para las sesiones de entrenamiento. El mercado se le llevaría a domicilio y tendrían que rezarles a los dioses que nada saliera mal.

Se estaban poniendo en una situación delicada, pero Jungkook necesitaba esto.

Por el momento, su prioridad era ayudar al alfa a no morir de vergüenza cuando su abuela comienza a darle apodos.

"Hoseokie, ¿te gusta la ensalada?"

Porque a mitad de la comida la omega había descubierto lo susceptible que el alfa era y por más que Hoseok se esmerara en tratarlos con sumo respeto, la mujer se lo ponía difícil al ignorar los honoríficos. Jungkook sólo reía bajito al ver la animada escena.

PORCELAIN • KTH & JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora