Quince

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— Niños...

Eran ellos... No era uno de esos sueños que habían tenido esos últimos días... Ellos estaban enfrente suyo, empolvados por la tierra, con vendajes en algunas partes visibles del cuerpo, de seguro sufrían de algunos dolores intensos por algún daño peor y se veían tan cansados y hambrientos... Pero aun así eran ellos...

El demonio fue el primero en moverse, sus brazos sujetaron con fuerza los dos frágiles cuerpos de los niños. Observó con sus agudos ojos azules las heridas de la cabeza que tenían, buscado algún indicio de infección o hemorragia masiva. Soltó un suspiro cuando se dio cuenta que no había ninguno de las dos opciones.

Los tres sintieron un nuevo peso sumado con las gotas de lluvia que caían sobre sus cabezas, el hombre de mayor edad se había unido al abrazo, bajo la máscara se podían apreciar las lágrimas que fluían libremente por su rostro.

— Gracias por volver con vida...

...

Tazón tras tazón comieron los hermanos ganadores de una grotesca pelea que duro muchos años, el mayor no quiso preguntar nada, sobre todo porque era un tema muy delicado para el demonio y para él mismo. Uno perdió sus hermanos de alma y otro perdió a casi todos sus hijos... Poco a poco el cansancio volvió a ganarle a Giyuu... El anciano asumió a que se debía por las múltiples veces que se había mutilado a si mismo con el sol, cuando casi se desmayo encima de su comida lo mandó a recostarse y sin objetar nada, se fue a dormir.

— Así que... Ustedes derrotaron a ese monstruo...

— Sí...

El hombre les miró tras su mascara de una manera ilegible, había tanto que sentir con aquello, ira, felicidad, angustia, preocupación, melancolía... Desde que murió su primer alumno en manos de ese demonio se arrepintió de dejarlo con vida... Luego cayeron cadáveres a sus pies como si fueran piezas de domino... Pero al fin... Al fin había paz... Al fin dejó de escuchar la vocecita de su cabeza recriminándole todo lo que había provocado.  

— Buen trabajo... Deben de saber que ahora vendrá muchos más demonios, más fuertes y poderosos con los que lucharon en la selección — advirtió el anciano —, algunos ocupan lo que se le llama técnica demoniaca de sangre, esta tiene distintas manifestaciones.

— ¿Mmh? ¿Eso es lo que ha estado haciendo Tomioka-san mientras duerme? — preguntó con curiosidad la chica.

— No, creo que tiene que ver por el hecho de que no come humanos, por lo cual compensa la energía que no tiene durmiendo.

Los chicos sonrieron aliviados. Cuando se dirigieron a la habitación para dormir, sus ojos se posaron en la figura durmiente del demonio, estaban algo intranquilos... ¿Y si un día de estos no despertaba jamás?

...

Pasaron quince días, a lo lejos se podía ver una figura caminar a paso calmado, su rostro no se podía ver gracias al gran sombrero de paja que traía, las campanas de viento hechas de vidrio colgaban desde la terminación y con cada paso que dio se podía escuchar el tranquilo sonido, en su espalda traía algo envuelto en una tela color crema, tenía un tamaño similar a una katana.

— Soy Haganezuka — se presentó el nuevo enmascarado una vez que llegó a la pequeña casa — Forjé dos espadas, una para Kamado Tanjiro y otra para Kamado Nezuko, vengo a entregarlas...

— Oh, un gusto, somos los hermano Kamado — saludo gentilmente el pelirrojo al desconocido herrero — Venga, pase, preparé té para-

— Esta es la nichirinto...

Una historia diferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora