Tres

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El chico de cabellos burdeos vio maravillado al hombre que tenía al frente suyo, parecía como un príncipe de los que relatan los cuentos, tez limpia y pura, tan blanca como la nieve que se acumulaba ese invierno, mares profundos y misteriosos se convirtieron en sus ojos, los cuales se podía ver aquella diminuta pupila alargada, el largo cabello tan negro como el carbón, sedoso y brillante caía con gracia y le hacía cosquillas en su rostro, una hilera de dientes como perlas resaltada por los colmillos, rostro tallado minuciosamente, recién comenzando a dejar los rastros infantiles y a convertirse en una obra de arte adulta, decir "guapo" quedaba corto.

Aquel demonio gruñó sin parar a Tanjiro, no hacía nada más que gruñir y hacer uno que otro movimiento brusco, parecía que peleaba duramente contra algo, sus manos tomaron su cabeza y enterró esas largas y afiladas uñas en su piel, golpeteo sin cesar el suelo y finalmente pronuncio algo.

— M-mátame...

Acto seguido se levantó lastimándose por completo, Tanjiro pudo oler el dolor, la soledad y el miedo que desprendía, era demasiado que sentía como su corazón se rompía.

— P-por favor, deje de hacerse daño.

— ¡N-no te acerques! ¡Mátame! ¡Mátame!

Sabia que no se calmaría, por lo que lo más veloz que puedo lo noqueó de un cabezazo.

— H-hermano...

— Ven... Dejémoslo descansar...

...

Las figuras eran borrosas, pero podía sentir aquel aire familiar, los pilares le miraban con asco, mientras enterraban sus espadas por su cansado cuerpo, su maestro se alejó sin dar vuelta la miraba, por más que le rogaba que le ayudara, este ni siquiera lo miro, aquella familia estaba regada por el suelo, bañados en su propia sangre, murmurando la su culpabilidad, Oyakata-sama lloraba por la decepción que era...

Tres siluetas se acercaron peligrosamente, las manos con carne putrefacta le golpearon y arañaron, un par de ellas cayó en su regazo, manchando sus ropas con carmesí, un cuerpo con la cabeza aplastada le cayó encima y pudo ver esos azules tan conocidos para él.

Grito desesperado cuando volvió a esa silla del infierno, en donde pasó una parte de su infancia, los instrumentos fríos chocaron contra la bandeja de metal, el casco se colocó en su cabeza y las púas se incrustaron en él, la sombra río con crueldad y susurró aquello que tanto le costó olvidar.

— ¿Me extrañaste, Giyuu? Es hora de trabajar.

Lo siguiente que supo fue que su cuerpo se quemaba, ardía y derretía, sentía como si alguien entraba en su mente y se adueñaba de ella, los ojos rojos con pupila de gato lo miraron y petrificaron, sus uñas se volvieron más largas, su olfato más agudo, sus ojos eran fuego y una parte de él murió, el impulso de atacar a la nueva figura fue inevitable. Sin embargo, no podía... No podía comérselo, <<¡sal de mi cuerpo!>> pensó, gritó que lo mataran, que tomará su espada y lo mataran, pero sólo volvió a caer en la oscuridad.

Cuando volvió a despertar, esta vez sin ver figuras ennegrecidas con ojos juzgadores pudo caer en cuenta de su estado...

Se había convertido en un demonio...

¿Por qué? ¿Por qué pasaba esto? ¿Por qué debía de tan idiota? ¿Por qué debía decepcionar a todos? ¿Por qué no podía hacer nada bien?

Salió lentamente de la habitación, en una esquina vio su espada y en silencio la tomó, el sol estaba cubierto por la nubes, perfecto... Se lamentó al ver las vendas en su cuerpo, aquella familia no tuvo que darse molestia con un maldito estorbo como él. Salió corriendo de la casa con espada en mano, debía de hacer lo que debía de hacer.

— Giyuu... — Dijo esa voz que tan bien conocía — Te has puesto más intranquilo.

— L-lo lamento, Kanzaburo...

Estaba a una buena distancia de la casa, desenfundó la espada, observó la inscripción de su katana de un lindo color azul, sonrió con tristeza, recitando una y otra vez una disculpa, alzo la punta del arma a su cuello, dispuesto a clavársela sin dudar, sus brazos se movieron y lo siguiente que vio fue rojo.

...

Nezuko y Tanjiro se fueron con su madre para informarle a su madre sobre la condición del hombre, hablaron preocupados por el joven, había demostrado que estaba sufriendo algo inimaginable, se notaba que algo le estaba atacando... O matando... 

Tanjiro estaba sumamente preocupado, había olido claramente el aroma del azabache, tenía un agradable olor a lluvia y bosque, pero esa deliciosa fragancia se opacaba por sus fuertes emociones como el miedo y dolor.

Su madre mando a dormir a Nezuko, mas esta se negó reclamándole a su madre que ella era la que debía de dormir, después de todo la mujer mayor no había dormido en todo ese buen rato y Kie tuvo que darse por vencida cuando dio un prolongado bostezo.

Los dos hermanos compartieron un té caliente, ninguno habló, era claro que aquello no era fácil, pudieron haber muerto y ahora la persona que los había salvado era un demonio, aquella criatura que tanto se empeñó a destruir, ninguno sabía que decir, pero por sus miradas y, conociéndose, tomarían una importante decisión.

Entonces pensaron que era tiempo de ver como se encontraba, la verdad no había pasado mucho, mas estaban demasiado preocupados, caminaron a paso lento hasta la habitación, sin darse cuenta de que la espada había desaparecido, al abrir la puerta se llevaron la desagradable sorpresa de que el demonio había desaparecido. 

— ¿En dónde esta?

— Oni-chan, la espada no esta...

Mátame...

Oh... No... No era posible. Los dos salieron rápidamente de la casa, ni siquiera se molestaron en colocarse el calzado, en su mente solo cruzaba la idea del joven muerto por sus descuidos, no podían permitir que se fuera así como así, no podía... Debían encontrarlo... ¡Y rápido!

Gracias al olfato agudo del ojirubí tuvieron un rastro — debido a que no dejó huella alguna en la nieve —, corrieron a una velocidad increíble, sus corazones bombeaban de adrenalina, sus respiraciones se volvieron irregulares y sus cuerpos pedían a gritos que pararan, mas ellos desobedecieron a ello y se concentraron en perseguir al chico con la katana.

De pronto vieron a la figura, las disculpas salían de su boca, parecía que lloraba, mas no botaba lágrima alguna, solo alzó su espada con una mueca triste y culpable, sus manos se movieron hacía si mismo, con el objetivo de clavarse la espada en el cuello, pero Tanjiro se lanzó hacía él y Nezuko agarró el arma, alejándola de su portador.

— ¡Por favor...! ¡No lo haga!

...

Hola, ¿cómo están? Espero que estén bien, bueno... Aquí esta el nuevo capítulo, espero que les guste, ¿qué les pareció? ¿Qué creen que pase ahora? ¿Cómo reaccionará Giyuu? ¿Cuál es la decisión que tomaron los hermanos? Déjenlo en los comentarios. Recuerden de comentar, votar y disfrutar...

Nos vemos en otra historia...

Kurenai-kun...


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