Seis

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La mujer iba conduciendo la carreta, bajaban la montaña con cuidado, habían hecho un buen trabajo con ella, estaba como nueva y pudo cargar a todos sin problema alguno, Tanjiro observó por un instante el camino — gracias a  que la parte delantera y la parte posterior había un espacio —, el cielo seguía nublado, pero no se preocupaban, ya que la tela no tenía ningún agujero, así que el nuevo demonio no se lastimaría, hablando de él... El chico se encontraba haciendo una mordaza con un trozo de bambú bajo la atenta mirada de los menores.

— ¿Para qué es eso? — preguntó con inocencia Hanako.

 — Es una mordaza, así evitaré lastimar a un humano.

— Pero no lo necesita, usted no lastimó a Nii-chan o a Nee-chan.

— Sí, mas aún hay riesgo.

— Onii-san, ¿podrías contarnos sobre los demonios?

El pelinegro observó a los menores, todos les miraban con enormes ojos inocentes y brillantes, ellos no merecían saber de eso, solo se asustarían, pero al ver los grandes ojos que suplicaban que les contaran la historia no pudo negarse... Por lo menos podía censurar la parte de sangre y muerte.

— Los demonios son criaturas que fueron humanos alguna vez, todos fueron infectados por el mismo demonio que me convirtió, son inmortales, es como si su proceso de crecimiento se detuviera y quedará en la misma edad en la que se convirtió, por ejemplo: si un niño de ocho es convertido en demonio, tendrá la apariencia y tal vez la mentalidad de un niño de esa edad.

— Entonces... Si nosotros curamos a Tomioka-san, ¿usted aún tendrá diecinueve años?

— Así es — respondió sereno, tanto la madre como los niños estaban asombrados por la calma que reflejaba el joven — Tienen distintas habilidades, además de la inmortalidad, pueden regenerarse, capacidades físicas sobrehumanas, aumento de poder y técnicas de sangre demoniaca, son como hechizos que los demonios pueden utilizar a partir de su sangre.

— Que aterrador...

— Pero como todos tienen debilidades — dijo suavemente, calmando a los pequeños — La luz solar es una de ellas, las flores de Glicinas también son una debilidad, los demonios no toleran el olor, por eso mismo ocupamos esas flores como veneno o defensa en las casas y por último están las armas Nichirin, armas especiales para matar a los demonios. Los cazadores ocupamos distintos tipos de respiraciones para hacer que igualemos o superemos sus habilidades, así podemos combatir contra ellos.

— ¡Increíble!

Giyuu miró a los menores con ternura — aunque por el exterior se mantenía tan frío como un iceberg —, le gustaba verlos sonreír o conservar aquella inocencia que los demonios les habían arrebatado, unas personas traumadas y obligadas a pelear contra ellos solo por supervivencia, ¿por qué tiene que ser tan cruel todo esto?

— Aún pueden retractarse... Pueden ir con su madre y hermanos a la casa de las Glicinas — trató de convencerlos.

Tanjiro y su super nariz lograron detectar la preocupación del demonio, él seguía intentando alejarlos de algo horrible y doloroso, podía percibirlo... Sin embargo, ya habían tomado una decisión. 

— Aún seguimos con nuestra decisión, Tomioka-san, no se preocupe... Volverá a ser humano.

...

Después de un buen rato de viaje, el demonio le indicó a la mujer que los dejara en cierta parte del bosque, el cielo seguía nublado, por lo que no había ningún problema para él.

— ¿Están seguros?

— Sí, la casa de mi maestro queda hacía el otro lado, ustedes deben de seguir un poco más y llegaran a la casa.

Una historia diferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora