Día 3, bosque

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—Horacio, tienes que llevarle esta cesta con comida al viejo, ya sabes que si no le llevamos algo él no sale a por ella.

—¿Y por qué no vas tu? No me malentiendas, sabes que me cae genial el viejo, pero es tu padre, no el mío, Gustabo.

El menor de los amigos se encontraba mirando la televisión tranquilamente en el sofá cuando su mejor amigo, Gustabo, había salido de la cocina con una cesta llena de comida y diciéndole que fuera a llevársela a Conway, lo cual le daba bastante pereza.

—He quedado con Emilio, no puedo ir, además ya sabes que a mí todo el tema naturaleza me da mal royo —contestó el rubio encogiéndose de hombros y dejando la cesta justo en la mesa frente al televisor, dificultando así el visionado del mismo y haciendo que Horacio bufara.

—¿Qué culpa tengo yo de que tu padre se haya vuelto loco y se haya ido a vivir al bosque? —preguntó cruzándose de brazos, haciendo una pequeña rabieta.

Gustabo suspiró y se sentó en el sofá, se acercó hasta el moreno y lo abrazó, sabiendo que las muestras de afecto de ese estilo siempre conseguían derretir al contrario, por supuesto ya que no eran nada comunes por parte del rubio.

—Por favor, te prometo que la próxima vez iré yo, pero me preocupa que el viejo se quede sin comida en su retiro espiritual y se muera o algo. —Horacio suspiró, derrotado, sabiendo que no tenía nada que hacer ante ese piquito de oro y ese abrazo, no le quedó otra que asentir.

Una hora después Horacio salía de la comodidad de su casa para adentrarse dentro del bosque, se cubrió con la capucha de su chaqueta roja y comenzó a caminar rezando para que ningún bicho le saltara encima e hiciera que tirara la cesta que Gustabo había preparado para su padre.

Caminaba lentamente mirando a su alrededor, debía reconocer que no era un mal sitio, había flores y los pájaros cantaban llenando todo de un bonito sonido de calma, intentaba no tropezarse con las ramas de algunos árboles que sobresalían en el camino pero a parte de eso no tenía que preocuparse de mucho más, además de que el sol brillaba con esplendor y las nubes paseaban tranquilas por el cielo.

Apenas había recorrido la mitad del trayecto cuando vio algo moverse entre los arbustos, asustándolo, decidió mantener la calma pensando en que podría ser un conejito, o más bien, deseando que así fuera. Para su desgracia dos orejas de lobo se asomaron de entre las hojas, de las mismas salió una figura imponente de dos metros, con el cabello totalmente plateado, si no fuera por sus amenazantes dientes incluso le hubiera parecido tierno con esas orejas y cola de lobo.

El grito sonó por todo el bosque haciendo que muchos pájaros salieran despavoridos, asustados por el repentino ruido que perturbaba su tranquilidad, Horacio dio varios pasos atrás y vio a aquel hombre lobo rodar los ojos y cruzarse de brazos con pesadez.

—¿Puede dejar de gritar como una niña? —preguntó hastiado haciendo que el moreno frunciera el ceño, se recolocara la ropa y lo mirara con la misma postura.

—¿Disculpa? Eres tú el que ha salido de un arbusto mientras yo caminaba por el bosque, tranquilamente.

—Querrá decir mientras ingresaba ilegalmente en mi territorio —corrigió el lobo haciendo que Horacio rodara los ojos.

—¿Ahora tengo que pedir permiso al ayuntamiento o a la policía para caminar por el puto bosque? —La guerra de miradas entre ambos comenzó, como si quien desviara primero la mirada fuera el débil de la discusión.

—No dije eso, pero si estaría bien que no entrara en el bosque de esa forma, como si fuera suyo, por supuesto es la especialidad de los humanos, querer apropiarse de todo lo que tocan.

Halloween with you ~VolkacioHorrorMonth~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora