Día 24, veneno (continuación día 19)

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Una vez rompes una regla no pasa nada por romper algunas más, o eso parecía. Volkov que siempre había sido un ángel serio y que siempre seguía las reglas de forma diligente poco a poco dejó caer sus muros y con ellos todas esas reglas que hacían que su relación con Horacio no existiera.

Primero le había mostrado sus alas, luego había comenzado a pasar tiempo con él a solas, lo siguiente fue colarse en casas vacías juntos para dormir y hablar entre las mullidas alas blancas de Viktor, donde las manos no paraban de repartir caricias. Llegó un punto en el que ni siquiera iban a sus casas en el cielo y en el infierno, pasaban todo el tiempo en el mundo humano haciendo algunas misiones para que nadie sospechara de lo que sucedía.

Aquella mañana habían decidido ir a buscar alguna misión, además de Horacio que decía que conseguiría algo de dinero, Viktor nunca le había preguntado cómo lo hacía pero estaba seguro de que era robando a los humanos, por ello prefería no saberlo.

—Hombre, Volkov, cuanto tiempo —dijo Greco, se habían encontrado caminando por una calle poco transitada, Viktor se dio la vuelta y vio a sus dos amigos que le sonreían.

—Hola..., sí, he estado algo ocupado —mintió, por supuesto no les iba a decir la verdad.

—Deberías pasarte por casa alguna vez, están comenzando a circular rumores estúpidos —habló esta vez Ivanov y Viktor ladeó la cabeza, esperando que le dijera sobre eso—. Dicen que no vuelves porque estás incumpliendo las reglas viéndote con un demonio a escondidas. —Ambos amigos rieron y Viktor les siguió con una risa fingida, mirando hacía otro lado.

—Qué tontería..., solo me gusta estar aquí —dijo mientras sus amigos seguían riendo.

—Eso mismo hemos dicho nosotros, es imposible que tú, Viktor Volkov, esté rompiendo las reglas por un demonio —afirmó Greco.

Hablaron durante un tiempo más y luego se despidieron con la promesa de Volkov de ir a visitarlos un poco más a menudo para evitar los rumores.

Por la noche llegó a la casa donde se quedaba con Horacio en esos momentos, suspiró y dejó salir su forma original, sintiendo el cansancio de todo el día dando vueltas. Fue directamente a la ducha y salió a los minutos con el cabello sin secar, sonrió al ver al demonio allí, sentado en el sofá viendo la televisión.

Se sentó a su lado y lo cubrió con sus alas haciendo que riera, Horacio adoraba lo grandes que eran sus alas aunque por supuesto nunca lo diría en voz alta, orgullo de demonio lo llamaba.

Horacio se acercó más a él, estiró la mano y la puso en su mejilla haciendo que sus rostros quedaran muy cerca y sus narices se rozaran en una caricia, un beso de esquimal.

—¿Qué tal tú día? —preguntó con los ojos cerrados en un susurro.

—Bien, me encontré con unos amigos, dicen que debería ir a casa alguna vez... —respondió en el mismo tono y Horacio sonrió pasando la mano por su pecho a forma de caricia.

—¿No estás en casa? —Ambos abrieron los ojos y tras unos segundos observándose Viktor movió la cabeza, asintiendo.

—Lo estoy. —Bajó la mano hasta la cintura del contrario y acarició la piel expuesta allí, tan cálida como siempre—. Me dijeron que había rumores de que no volvía porque me veía con un demonio.

Esas palabras hicieron que la magia se terminara, Horacio se separó parpadeando varias veces y se levantó haciendo que Viktor apartara sus alas para pasar, parecía haber entrado en pánico.

—Es imposible, no nos pueden haber visto, no... —Después de esas palabras suspiró y negó con la cabeza—. Voy a irme a la ducha...

Ni siquiera dejó que respondiera, simplemente se fue de allí. El ángel suspiró, entendía el pánico que estaba sufriendo, lo que estaban haciendo era imperdonable, estaban mandando a la mierda todas las reglas que regían su mundo solo por estar juntos, por esa intimidad que compartían.

Halloween with you ~VolkacioHorrorMonth~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora