Día 8, noche

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—¡Os odio! —gritó Horacio saliendo de la casa corriendo, escuchó las voces de sus padres tras de él pero no le importó.

Estaba cansado, tenía 18 años y no podía hacer nada, parecía que no podía hacer nada simplemente por ser omega, él quería hacer lo que quisiera, perseguir sus sueños, su segundo género no iba a definir quién era, por supuesto que no.

Horacio había nacido en una familia de militares, su padre lo era y su hermana también, pero al parecer él, por ser omega, no podía ser lo que quisiera, no era inferior a nadie, era un omega pero había peleado con alfas más de una vez, ganando las peleas sin problemas.

Metió las manos en los bolsillos de la chaqueta y caminó sin rumbo fijo, podría llamar a su mejor amigo, Gustabo, pero estaba castigado sin celular, no tenía cómo contactar con él, suspiró, todo era una auténtica mierda.

Todo había sucedido en medio de la cena, ya se había graduado en el instituto y había dicho que quería entrar en una academia de policía, no le interesaba ser militar, él quería ser un héroe y poder ayudar a aquellos omegas que lo necesitaran, sabiendo que había muchos casos de corrupción o abuso de poder hacía los omegas porque todos eran alfas. La cantidad de policías omegas eran bajas y él quería pertenecer a ese grupo, aunque sus padres no pensaban igual.

Sabía que era peligroso, sabía que no era buena idea, pero era su maldito sueño, nadie podía decirle que hacer y que no hacer.

Levantó la mirada hacía el cielo, las estrellas inundaban el cielo y comenzaba a refrescar un poco por las horas, no le dio importancia, simplemente siguió caminando sin un rumbo fijo hasta llegar a un parque.

Sonrió y fue hasta él, sentándose en uno de los columpios y se balanceaba pensando en las palabras de sus padres y en la discusión que habían tenido.

De repente un olor llegó hasta él haciendo que su mente se quedara en blanco, miró en esa dirección y vio una figura caminando por la entrada del parque, se quedó parado y se fijó en el omega, como si también hubiera notado su olor.

Se quedaron unos segundo así, mirándose sin distinguir muy bien al otro por la oscuridad, una farola no era la mejor iluminación para poder ver un rostro. El olor de las feromonas llamándose hicieron que el alfa se atreviera a acercarse sin saber muy bien porqué.

Mientras se acercaba Horacio pudo ver lo alto que era, debía medir por lo menos dos metros, cuando estuvieron frente a frente la imponente persona se quedó en silencio y desvió la mirada.

—Hola... —susurró el de cresta viendo que el contrario no daba el paso.

—Priviet.

—¿Pri qué?

—Priviet —respondió divertido—. Es hola en ruso.

—¿Sabes ruso?

—Soy ruso.

Silencio, ambos se quedaron analizándose mutuamente, más de cerca Horacio se fijó en su rostro y en sus ojos azules como el hielo, el ruso se fijó en su colorida cresta y en sus ojos bicolores.

—Bueno, rusito, ¿quieres balancearte conmigo? —El ruso se encogió de hombros.

—No tengo nada mejor que hacer —contestó.

Se sentó en el columpio de al lado y comenzó a balancearse al ritmo en el que lo hacía el contrario.

—¿Cómo te llamas?

—Volkov, Viktor Volkov, ¿y tú?

—Horacio, con H de héroe. —La risa de Volkov llegó a sus oídos como el sonido más hermoso que había escuchado jamás—. Hueles bien, muy bien...

—¿Sí? Tú eres el que huele bien, como nadie que haya conocido nunca —respondió sin mirarlo, con algo de vergüenza.

Ambos entendían perfectamente lo que significaba aquello, se habían llamado el uno al otro sin siquiera conocerse, él destino los había puesto a ambos en aquel lugar para que se conocieran, para que entendieran lo que era conocer a tu destino.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Horacio después de un silencio para nada incómodo mientras lo miraba con una sonrisa.

—No lo sé, solo empecé a caminar y terminé aquí, estaba muy estresado por la academia y necesitaba tomarme un respiro.

—¿La academia?

—Sí, estoy en la academia de policía. —De repente Horacio dejó de balancearse y lo miró sorprendido, Volkov hizo lo mismo mirándolo sin entender porque lo miraba de esa forma.

—¿Estás en la academia? ¿Cómo es?

—¿Normal? No sé, no te entiendo —contestó.

—Entrar en la academia de policía es mi sueño —susurró volviendo a balancearse.

—No hay muchos omegas ahí pero podrías intentarlo, si pasas las pruebas entras, sin importar tu género.

Horacio sonrió, la única persona que le había dicho aquello era su mejor amigo, Gustabo, de alguna forma escucharlo de otra persona, que ni siquiera lo conocía, le hacía sentir bien.

—Eso es lo que yo pienso pero mis padres no piensan igual, dicen que es demasiado peligroso, por eso estoy aquí. —Volkov asintió, no debía sentirse bien que tu familia no te apoyara, él solo tenía a su hermana y ella siempre estaba con él en cada decisión que tomara así que no entendía ese sentimiento.

—¿Quieres dar un paseo, conocernos más? —preguntó Volkov poniéndose de píe, debía irse ya para descansar para el duro día que le esperaba al día siguiente pero quería pasar más tiempo con el omega.

—Sí, vamos a conocernos más —asintió mientras se levantaba del columpio también.

Caminaron por la ciudad hablando, conociéndose mutuamente a pesar de que de alguna forma parecía que se conocían de toda la vida, aquella noche las estrellas, la luna y las farolas fueron los únicos testigos de cómo el destino había juntado a dos personas que estaban destinadas a hacerlo, de cómo había hecho que los problemas pasarán a un segundo lugar y, de una forma u otra, el amor surgiera entre un alfa y un omega que se acaban de conocer.


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Último relato del día, mañana espero subir los que quedan que serían del 9 al 14, aunque el nueve ya lo tengo casi escrito, espero que os hayan gustado los 3 relatos de hoy y perdón por haber desaparecido así

En fin, nos vemos en el siguiente día ✨(っ◔︣◡◔᷅)っc(◕︣◡◕᷅c)✨

Halloween with you ~VolkacioHorrorMonth~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora