Día 29, híbridos

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La luz de la luna se veía con claridad desde aquel claro, el lobo marrón aulló con fuerza mirándola fijamente, completamente hipnotizado por la misma, su mirada se paseó por todo el claro lleno de flores y césped, era una noche tranquila y sin nubes, perfecta para disfrutar de un poco de tranquilidad.

Un ruido se escuchó haciendo que se pusiera alerta hasta que vio el rojo y se calmó, Gustabo caminaba hacía él con una sonrisa y el lobo corrió hasta él.

—Hey, Horacio, será mejor que nos vayamos ya, mañana madrugamos —comentó dejando unas caricias en su cabeza y el lobo asintió, mañana era un día importante y debían ser puntuales.

Cuando el sol salió los ojos rojos pasaron a ser bicolores, el verde y el azul brillaban de emoción debido a que era su primer día, el primer día de cumplir su sueño. Bostezó mientras hacía el café y se estiró.

—Buenos días, cabezón, ¿nervioso? —La voz de Gustabo lo sobresaltó, se dio la vuelta en la pequeña cocina y lo vio, parecía estar aún algo dormido.

—Bastante cansado y con sueño, y eso que me fui temprano a la cama. —No entendía porque se sentía así cuando había dormido horas.

—¿En serio? Tu lobo no opina lo mismo, me hiciste levantarme a las dos de la mañana para ir a aullarle a la luna —explicó.

Si Horacio hubiera llevado algo en las manos se le hubiera caído, por suerte no fue así y nada se rompió.

—¿En serio mi lobo hizo eso? Qué hijo de puta... —se quejó sirviendo el café, eso explicaba muchas cosas.

Dejó una taza frente a su hermana y echó azúcar en la suya, desayunaron entre bromas como siempre solían hacer, era una buena forma de ahuyentar los nervios.

Y es que hoy era su primer día, se habían esforzado mucho para conseguir pasar las oposiciones pero habían conseguido entrar en el cuerpo de policías, el sueño de Horacio desde que era un cachorro.

—¿Crees que lo haré bien? —preguntó a Gustabo mientras estaban en el coche, esperando a que un semáforo se pusiera en verde, ahora eran agentes y no iban a ir por ahí saltándose stops y semáforos.

—Seguro que sí, solo intenta que tu lobo no salga y listo. —Suspiró, decirlo era fácil pero hacerlo era otra cosa.

Gustabo daba el consejo pero realmente no sabía nada del tema, en una sociedad donde había gente que nacía siendo mitad lobo mitad humano solo los que nacían así podían entender que era, por su parte él había nacido en ese porcentaje de la sociedad que era solo humana, era como una lotería.

—Pero no le des demasiadas vueltas, tu lobo está mucho más tranquilo ahora. —Podía recordar perfectamente el día que conoció al menor en la calle, era un cachorro salido totalmente de control, incapaz de controlar cuando se volvía humano y cuando se volvía lobo, ahora esa época parecía lejana en su memoria.

—Tienes razón, ya soy un adulto y he pasado las oposiciones por mi mismo..., todo irá bien. —Se autoconvenció.

Y es que Horacio y el lobo eran uno y ahí estaba el problema, él era impulsivo, no pensaba las cosas, travieso y su lobo era exactamente igual, a veces se apoderaba de él, se transformaba y hacía de las suyas sin importarle que luego Horacio tuviera que aguantar las represalias de todo lo que había hecho.

Llegaron a la comisaría más rápido de lo que él hubiera querido, entraron por la gran puerta en silencio, algo extraño para ambos amigos pero era debido a los nervios. El superintendente los esperaba con sus típicas gafas de sol y los brazos cruzados.

—Venga, muñecas, id a cambiaros.

Fueron directamente al vestuario donde había más alumnos como ellos y se cambiaron.

Halloween with you ~VolkacioHorrorMonth~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora