Volkov caminaba por la ciudad con las manos metidas en los bolsillos de la chaqueta, pensando seriamente en que debería hacer.
Horacio le había dado una especie de ultimátum, le había pedido que fuera claro con sus sentimientos ya que estaba cansado de esperar, llevaban más de diez años conociéndose y ese hombre lo había amado desde entonces, incluso a pesar de conocerlo en su peor momento, pero algo lo frenaba.
Viktor Volkov le tenía miedo a muy pocas cosas pero una de ellas era abrirse, dejar de lado esa fachada de hombre de hielo que hacía mucho había caído por completo debido a ese loco alumno y expresar con facilidad sus sentimientos, era imposible para él.
Un audible suspiro salió de sus labios, realmente quería corresponder a Horacio, era la persona que más lo había amado en su vida a parte de su hermana y su madre, era su lugar seguro, la razón por la que se levantaba cada día, pero algo lo frenaba y no entendía muy bien el qué.
No parecía tan difícil, la gente lo hacía a diario, era solo poner en palabras lo que sentía por dentro, explicar que su corazón también se aceleraba estando cerca de él, que sonreía porque amaba que él también lo hiciera y que sentía mariposas en la barriga cada vez que lo abrazaba o le daba uno de esos besos en la mejilla, porque las había sentido desde aquel primer abrazo que se dieron.
—Buenas, caballero, ¿sufre mal de amores? —Volkov se sobresaltó al escuchar la voz de la anciana, miró a su derecha y vio un pequeño puesto que consistía básicamente en una mesa con una tela blanca encima.
—¿Disculpe? —Ni siquiera se había dado cuenta de que esa mujer estaba ahí y era bastante extraño, por mucho que estuviera sumido en sus pensamientos solía estar alerta de su alrededor, era algo que los años de servicio le habían enseñado.
—Lo noto decaído, indeciso, perdido. —El ceño del ruso se frunció, esa mujer que no conocía de nada había dado en el clavo—. Acércate, descubramos que es lo que te impide ser del todo feliz.
Volkov era lo suficientemente adulto como para saber que ese tipo de cosas solo eran una estafa y que no tenían ningún tipo de validez, era una pérdida de tiempo por lo que se dispuso a seguir su camino.
De repente la imagen de Horacio apareció en su mente, él si creía que ese tipo de cosas podía ayudarte y él no creía en absolutamente nada, pero si creía en él mismo y en Horacio por lo que dio media vuelta y se acercó al puesto recibiendo una sonrisa de la anciana.
—Extienda su mano, caballero. —Volkov, aún no muy seguro de aquello le hizo caso, dejando a la vista su blanquecina mano.
La mujer la tomó con cuidado y observó atentamente sus palmas, asintiendo en un par de ocasiones antes de soltarla.
—Veo un pasado lleno de oscuridad y soledad, pero también veo una luz que guía tu camino, tal vez una persona importante —comentó la mujer haciendo que el ruso asintiera, no era algo tan difícil de acertar, podía decirle aquello a cualquiera.
La mujer se quedó mirándolo como si estuviera analizando algo, haciendo que inevitablemente él tomara una posición defensiva, no sabía qué le pasaba a esa mujer pero no podía confiar en alguien que pretendía estafar a la gente.
—Veo que no es capaz de confiar en el amor, que es incapaz de ser claro con ese tipo de sentimientos, lo cual es entendible...
—¿Por qué? —preguntó serio a pesar de comenzar a ponerse nervioso porque de nuevo, había acertado por completo y esta vez era algo más personal que lo anterior, la mujer sonrió y se encogió de hombros.
—Teniendo en cuenta lo que ha sufrido en sus anteriores vidas por el amor, entiendo que esta sea más cerrado a él, pero no se preocupe, puedo ayudarle con eso.
Volkov se quedó completamente en blanco, no entendía porque ahora le hablaba de vidas pasadas o algo así, él no creía en ese tipo de cosas.
—Sé que no cree, pero debe confiar, ambos lleváis muchas vidas amándoos, os merecéis ser felices de una buena vez, no dejéis que una maldición os atormente por toda la eternidad.
Volvió a quedarse en silencio, era como si esa anciana le hubiera leído la mente, lo que el raciocinio le decía era totalmente diferente a lo que estaba sintiendo, de alguna forma que no comprendía algo en él le decía que debía confiar en ella, tal vez porque era su única oportunidad o tal vez porque necesitaba sentir que no era su culpa que no fuera capaz de expresar sus sentimientos por Horacio, esos que ya estaba seguro que sentía desde hacía mucho.
—¿Está insinuando que nos conocemos de otras vidas? —preguntó por pura curiosidad a lo que la mujer asintió.
—Os habéis conocido en cada una de vuestras vidas y en todas ha terminado igual.
—¿Cómo? —La mujer sonrió con algo de tristeza al escuchar su pregunta.
—Con uno de ustedes muertos, pero no se preocupe, esa maldición se terminará en esta vida, os merecéis ser felices. —Volkov asintió no demasiado seguro de sus palabras—. Vuelva a darme la mano.
Por un momento el ruso dudó, no estaba muy seguro de hacerlo pero si realmente funcionaba podría dejar de hacer sufrir a Horacio con sus constantes dudas, quería ser capaz de expresar su sentimiento, capaz de poder hacer cosas que siempre había querido hacer con él como ir a citas o pasar todas las noches de su vida a su lado.
Extendió la mano lentamente de nuevo y la señora la tomó, comenzó a pasar lentamente el dedo por su palma haciendo que riera debido a las cosquillas que le producía. La mujer susurraba unas palabras que no llegaba a entender y para terminar, sin soltar su mano, sacó unos polvos de uno de los tarros que parecía esconder bajo la mesa, los esparció sobre su mano y sopló en ellos.
—Que esta vida os de la felicidad que os merecéis y el amor pueda con la maldición.
Una vez soltó su mano Volkov rápidamente la miró, observando que estaba bien y normal, levantó la mirada la señora que sonreía.
—¿Qué hizo?
—Un hechizo de buena suerte para vuestro amor y un hechizo para eliminar la maldición, espero que tanto usted como Horacio sean muy felices en esta vida —respondió con total normalidad—. Ya puede ir a buscar su felicidad.
Volkov simplemente asintió, aún algo aturdido por lo que acababa de suceder y tras despedirse de la mujer emprendió la marcha de nuevo, tras dar unos cuantos pasos paró en seco con una duda rondando su mente.
—¿Cuándo le he dicho algo de Horacio? —se preguntó, decidido se dio la vuelta para encarar a la mujer y preguntarle qué significaba aquello pero el pequeño puesto ya no estaba y la calle volvía a estar desierta.
Se frotó los ojos y volvió a mirar en esa dirección, volvía a no haber nada, pero él podía jurar que había visto a esa mujer, aquello no podía ser solo su imaginación.
Aún sin entender qué narices estaba pasando siguió su camino, mientras los pasos se alejaban de esa zona una sonrisa apareció en su rostro, tal vez solo tenía que ser sincero y con eso bastaba, estaba seguro de que Horacio lo entendería, ya lo había hecho esperar demasiado.
Agarró el celular de su chaqueta y marcó un número concreto que tenía guardado desde hacía tiempo.
—Buenas tardes, me gustaría alquilar esta noche un yate... —Tal vez, de alguna forma, esa anciana misteriosa sí le había ayudado un poco, aunque fuera productor de su imaginación.
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Buenas, buenaaas, al final ayer no subí todos porque se me hizo tarde y me distraje jugando, pero bueno, aquí os traigo el día 11 y espero ponerme ya a escribir un poco más
En fin, nos vemos en el siguiente día ✨(っ◔︣◡◔᷅)っc(◕︣◡◕᷅c)✨
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Halloween with you ~VolkacioHorrorMonth~
FanfictionSerie de one-shots del reto de twitter Volkacio Horror Month. Iré subiendo uno al día a lo largo de todo el mes de octubre, cada día tendrá una temática diferente. Otra pequeña aclaración a hacer es que pueden combinar y/o adaptar cualquiera de las...