Capitulo Nueve.

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 —Alejate de la tostadora, Draco, esas tostadas no son para ti.

Sentandose en uno de los bancos del desayunador de marmól oscuro, los ojos verdes lo observaron con enojo, esperando solo unos momentos antes de extender la pata hacia el electrodomestico mencionado y tratar de robar una tostada.

—Se acabó —Nee decretó, ondeando la espatula en su mano en dirección al felino—. Largate de aquí y ve a comer lo que acabo de poner en tu plato, la lata decia que era de higado de algo, debería gustarte.

—¡Miauuuu!

—Vete —lo bajó al suelo—. Alejate de nuestro desayuno o te arrojo fuera.

Draco siseó en su dirección antes de voltearse, alejandose con paso elegante en dirección a sus platos de comida y agua. Nee lo observó con el ceño fruncido, sacudiendo la cabeza ante su actitud. Si no fuese porque amaba al peludo, seguramente le hubiese dado una patada a su culo arrogante hacia años.

Volviendo a lo que hacia, le dio otra vuelta a los pancakes antes de sacarlos y ponerlos en el plato junto a los demás que había preparado. Apagando la cocina, tomó el plato y la pequeña fuente donde había cortado diferentes y coloridas frutas y acomodó ambas cosas en la bandeja que había encontrado. Sabía perfectamente que Kai amaba las fresas, así que había hecho batido, el cual puso en unas bonitas copas que su padre guardaba en un armario con un trozo de la fruta encima y servido chocolate caliente en dos bonitas y decoradas tazas. Agregó un plato con tostadas a un lado, porque no tenía idea de que le gustaba más al mayor.

Alejandose un paso, miró su obra de arte, recordando poner un recipiente con mermelada, otro con chocolate y cubiertos, antes de darle el visto bueno. Tenía que llamar a su padre para agradecerle, él era quién se había encargado de pedirle a quién limpiaba el lugar regularmente que rellenara la despensa, cuando le había informado que quería usar la casa. Ni siquiera había parpadeado, solo le habia dicho que tuviese cuidado y que llamara para avisar que estaba bien. Su papá Zayn había sido más dificil de convencer, solo cuando los mellizos comenzaron a llorar desde sus cunas logró que lo soltara y aprovechó esa distracción para correr fuera de la casa.

Sus padres eran los mejores, pero tenía veinte años ya, necesitaba independizarse un poco a veces.

Tomando la bandeja, se dirigió a las escaleras y subió al segundo piso. Habían terminado por dormirse en el sofá mirando peliculas, cuando había despertado en la madrugada, se había encargado de llevar a un totalmente dormido Kai a su habitación y recostado en la cama antes de acurrucarse a su alrededor. Los viajes y el continuo movimiento lo habían convertido en una persona que no necesitaba mucho descanso en realidad, podía funcionar tomando pequeñas siestas, así que cuando había despertado temprano se le había ocurrido que podía preparar el desayuno y llevarselo a Kai a la cama.

Y luego decían que él no era considerado con los demás.

Empujando la puerta de su habitación para abrirla, sonrió al ver a Kai aun dormido en el centro de la cama. Dejando la bandeja sobre la mesa de noche, trepó a la misma y lo observó dormir por un momento. Le había quitado los zapatos y el sueter, pero había dejado todo lo demás, tampoco era tan aprovechador. El cabello castaño oscuro del mayor estaba en todas direcciones sobre la almohada, su piel estaba sonrojada por el calor de la calefacción y sus labios rosados entreabiertos soltando pequeños ronquidos.

Sonriendo, alcanzó su telefono del bolsillo de sus pantalones deportivos y colocó la cámara, sacando un par de fotografias. Las cortas pestañas se movieron, los parpados se arrugaron al apretar los ojos cerrados cuando Nee se inclinó para poder sacarle una fotografía directo al rostro. Dejando el telefono sobre la cama, se arrastró hasta quedar sobre el cuerpo más pequeño, manteniendo su peso en sus brazos mientras esperaba que el otro despertara completamente.

Desde que te vi |Nilo/Kai|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora