Capitulo Catorce.

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Estacionando frente al edificio de apartamentos de Kai, Nee arrojó una mirada curiosa en dirección al asiento del acompañante, intentando descubrir que era eso que tenía al otro joven tan distraido. Había encontrado una libreta con hojas de colores en la guantera, seguramente olvidada por alguno de sus hermanos, y luego de pedirle permiso para tomar algunas, habia comenzado a doblar el papel con mucho cuidado.

Había estado en ello por un largo momento, la curiosidad estaba matando a Nee.

Apagando el motor, se inclinó en esa dirección y besó su cuello, sonriendo cuando el mayor se retorció lejos, riendo infantilmente—. No hagas eso.

Colocando una mano en su cintura, impidió que se alejara—. ¿Por que no? —volvió a besarlo en el mismo lugar, ganandose otra pequeña risa—. Me gusta esa reacción.

—A mi no, sueno como un niño pequeño —soltó lo que sostenia y empujó suavemente su pecho, sin intentar realmente alejarlo—. No se supone que mi risa suene así, soy un adulto.

—Es bonita, a mi me encanta escuchar ese sonido —ignoró las manos y besó su mejilla—. Ahora, dime que rayos te tiene tan concentrado, que te ha hecho ignorarme por tanto tiempo.

—No te he ignorado.

—Fueron los quince minutos más largos de toda mi existencia. —se lamentó. Su mano en el muslo del otro, tirandolo hacia su cuerpo.

Sacudiendo la cabeza, Kai colocó su pequeña mano sobre la más grande, la piedra rojiza del anillo en su dedo anular brillando bajo la luz del sol que traspasaba el parabrisas—. Estas exagerando, ¿Lo sabes?

—No estoy exagerando para nada, cualquiera se sentiría ignorado si se encuentra en un espacio reducido con una belleza como tú, sin recibir siquiera una sola mirada.

Un hermoso sonrojo apareció en sus mejillas, justo como Nee esperaba.

Era bastante ironico que pudiese obtener una reacción así, que pudiese lograr que el otro se avergonzase frente a él. Habían hecho el amor hasta que el amanecer hizo acto de presencia, ninguno de los dos había querido apartarse del otro, con la sensación de que sería la única noche que podrian compartir tal intimidad. Nee había acariciado y besado cada centimetro del cuerpo de Kai, aprendiendose cada curva, marca y lunar que se encontraba en él. El sabor de sus labios seguía en su boca y el calor de su piel se adhería a sus dedos, ¿cómo podía sonrojarse por un piropo así cuando Nee se había encargado de repetirle hasta el cansancio lo hermoso que era mientras hacian el amor?

Curioso y, a la vez, malditamente adorable.

Girando en el asiento, Kai se sentó de lado para poder enfrentarse a él, sonriendole timidamente—. ¿Cuando aprendiste a ser tan charlatan?

—No soy charlatan, estoy diciendo la verdad, cuando se trata de ti, siempre digo la verdad.

—Mm, entonces, será que ves las cosas de una forma diferente.

Eso lo hizo fruncir el ceño—. ¿Por qué te autodesprecias tanto?

—No me autodesprecio —miró hacia donde sus manos seguían juntas—. Es solo que no creo, que luego de las giras mundiales, conciertos y demás, no conozcas a nadie más adecuado para utilizar esos adjetivos.

Nee sonrió—. Me sorprende que aun no lo entiendas.

—¿Entender qué?

—Que luego de conocerte a ti, para mi no hubo nadie más —acarició su mejilla con el dorso de sus dedos—. Sin importar a quien ofenda, si alguien me pregunta quién es la persona más hermosa y maravillosa que he tenido el placer de conocer, diré sin dudas que eres tú, Kai.

Desde que te vi |Nilo/Kai|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora