Capitulo Treinta y Tres.

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Cambiando los canales del televisor, Kai fue dos veces a través de ellos, deteniendose de vez en cuando en alguna pelicula que llamaba su atención, antes de descartarla rápidamente. Los recipientes vacios, manchados con restos de helado y migajas de galletas eran testigos de su grado de aburrimiento desde la pequeña mesa frente al sofá. El sol de la mañana se derramaba en la sala desde las ventanas, dandole un brillo especial a su piel pálida que solo se destacaba dentro del enorme sueter rojo que le había robado a Nee.

Estaba aburrido, malditamente aburrido.

Nunca había sido del tipo de persona que gustaba de quedarse sin hacer nada mucho tiempo. Si no eran los estudios, estaba trabajando en el restaurante o saliendo a algún lugar con sus amigos, nunca se quedaba mucho tiempo en un solo lugar o dejando a su mente vagar sin sentido. Había estado pensando seriamente en volver a estudiar, buscar otra carrera que seguir o talvez un trabajo de medio tiempo, no estaba seguro de si Nee estaría de acuerdo, pero podía ser persistente cuando quería. Y si debía soportar que un par de guardaespaldas lo siguieran durante el día para poder salir de la casa y hacer algo, entonces estaba bien para él.

Pero por el momento no tenía ningún plan real que lo sacara de su estancamiento en el sofá.

—Estoy aburrido —susurró, descansando su mano sobre su barriguita—. ¿Estas aburrido también, Haru?

Con un poco de persuasión, moviendo su mano a un lado, sonrió al sentir el movimiento en su interior.

—Me lo tomaré como un sí —abandonando el control remoto, se deslizó hasta el borde del sofá y se empujó hasta estar de pie, aun era fácil, sabía que se volvería complicado con el pasar de los meses—. Vamos a despertar a papá, ese vago ha dormido demasiado ya, es hora de que su vagabundo culo haga algo para entretenernos.

Dirigiendose a las escaleras, sintió el borde del sueter rozar sus rodillas con cada paso, el sobrante de tela flotando alrededor de su cuerpo. En el pasillo, caminó hasta la segunda puerta a la derecha y la empujó abierta, dando un par de pasos rápidos sobre la suave alfombra gris. Nee aun dormía, cruzado diagonalmente sobre la amplia cama contra la pared a su derecha. La luz resplandeciente del sol entrando por la ventana se volcaba sobre su espalda desnuda y su castaño cabello extendido por la blanca almohada.

Con pasos ligeros, se acercó a un lado de la cama y se arrodilló sobre la alfombra, extendiendo su mano para hundirla en el suave cabello castaño. Quitando algunos mechones, observó el tranquilo rostro durmiente del más joven, fascinado con el conocimiento de que el hermoso hombre frente a él lo amaba. Su vida había cambiado tanto en tan poco tiempo. Ya no era el mismo chico estresado que se esforzaba por complacer las exigencias de su familia y se negaba a ver más allá de la infeliz y monotona vida que llevaba. Ahora era el flamante prometido de un hombre increible, futuro padre de un hermoso bebé y lo más importante, era un hombre con un futuro lleno de posibilidades y felicidad.

Inclinandose, besó delicadamente la mejilla del castaño, deslizando sus labios hasta encontrarse con la exhuberante boca que lo llamaba como un imán. No tardó mucho antes de que el castaño respondiera al gesto con entusiasmo—. Despierta, bello durmiente. —murmuró en el beso.

Un brazo se deslizó a su alrededor, jalandolo con suavidad para que subiera a la cama—. Ya estoy despierto, mi principe.

La risita tonta se le escapó antes de pudiese reprimirla. Nee se apartó a mirarlo sorprendido ante el sonido, pero no tardó mucho para que una sonrisa curvara sus labios en las esquinas. Con la cara roja por la vergüenza, se hundió en su cuello para escapar de la mirada divertida del castaño.

—Lo admito, no es el sonido que esperaba escuchar cuando te estoy besando, pero fue lindo.

Arrodillado sobre la cama, se hundió más en los brazos que estaban rodeandolo mientras soltaba un sonidito lastimero—. Callate, eso fue vergonzoso.

Desde que te vi |Nilo/Kai|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora