Capitulo Diez.

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De pie al final del muelle, Kai observó con curiosidad poco contenida su entorno, fascinado por el paisaje que el lago otorgaba. Siendo criado en el centro de la ciudad desde pequeño, se creería que deberia sentirse más cómodo rodeado de edificios y movimiento urbano, lo conocido, pero no era así. Le gustaban los espacios abiertos, estar en contacto con la naturaleza de vez en cuando era algo rejuvenecedor para él. Tenía claro que no podría vivir en un lugar así, estaba demasiado lejos de todo y aunque no le terminaba de agradar la ciudad, necesitaba el contacto humano que esta ofrecia y que vivir en el campo limitaba.

Aun así, era capaz de admirar la belleza de la naturaleza cuando la tenía enfrente.

El lago era más amplio de lo que había esperado, apenas distinguía los árboles al otro lado, a un largo camino de distancia. El agua clara brillaba con la luz del sol mañanero y con solo inclinarse, podía distinguir las piedras en el fondo del mismo. La vegetación había crecido en dirección al agua, como si protegieran el lugar del exterior, creando un ambiente relajante y tranquilo, un refugio.

Estaba fascinado.

Si solo no hiciese tanto frío. La lluvia había dejado todo húmedo, agregandose al ambiente frío que el invierno había creado. Jalando su chaqueta cerrada, escondió el cuello dentro de la calidez que la misma conservaba, intentando no congelarse mientras seguía de pie allí, poco dispuesto a entrar aún. Su labio inferior temblaba y estaba seguro de que el frío había sonrojado sus mejillas para ese momento, pero no le importaba.

Brazos lo rodearon por la espalda, el pecho caliente de su dueño pegandose a su cuerpo y la chaqueta oscura que llevaba cubriendolo como un manto. Nee se inclinó un poco sobre él, protegiendolo del viento frío que azotaba la zona con su propio cuerpo. Poco a poco, el frío comenzó a desvanecerse y no pudo evitar ceder a la tentación voltear la cabeza y enterrar su rostro en el cuello del menor, buscando su calor corporal.

—¿Quieres entrar?

Negó—. Unos minutos más.

—Bien —lo envolvió más apretado dentro de su chaqueta—. Entonces debes quedarte aquí, donde puedo mantenerte calido.

—No pensaba moverme.

Una pequeña risa escapó de los labios del menor antes de que besara su mejilla. Se quedaron unos momentos en silencio, mirando el lago, antes de que Nee preguntara—. ¿Estas mejor ahora?

Había un brillo preocupado en los ojos ámbar cuando sus miradas se encontraron—. Siento si te preocupé, no fue mi intención hacerlo. No debí dejar que mis sentimientos se desbordaran de esa forma, no suele sucederme a menudo, no es la forma en la que soy —miró nuevamente el lago—. Es solo... cuando estoy contigo, me cuesta recordar cosas tan simples como esas, mantener las cosas dentro, me es dificil cuando te veo.

—¿Quién te dijo que debías hacer algo como eso? —interrogó—. Esconderte de las personas, ¿por qué deberías hacer algo así?

—Mi educación —susurró, frunciendole el ceño a la lejanía—. Debes entender, que mi educación no fue igual a la tuya, Nee, se esperan demasiadas cosas de mi. Cosas que no estoy seguro de poder lograr.

Los brazos a su alrededor parecieron apretarse—. ¿Que tipo de cosas?

—La perfección.

—Nadie es perfecto, es imposible serlo.

Kai bufó—. No se trata de la definición de perfección que tu tienes, sino de la "perfección" en la que mi familia cree.

—¿Como es la perfección para ellos?

Desde que te vi |Nilo/Kai|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora