Capitulo Diecinueve.

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 —¿Que esta rondando por esa bonita mente errante?

Parpadeando, sorprendido por la brusca interrupción a sus pensamientos, Nee alejó la mirada del texto impreso en las páginas pálidas del libro abierto sobre su regazo, haciendo una mueca cuando su cuello produjo un leve crujido por el brusco movimiento. No tenía idea de cuanto tiempo había estado sentado allí, observando las palabras en tinta negra, sin realmente comprender lo que estaba leyendo. Ni siquiera podía poner el dedo exactamente en el momento en que había permitido a su mente vagar lejos y hacia sus confusos pensamientos.

Había reclamado el sofá, cerca de la única ventana dentro de la habitación de Kai, en el momento en que habían regresado de la cafetería. En realidad, había sido una enorme lucha convencer al mayor de permitirle entrar a su casa, ya que este le había advertido más de una vez que debía estudiar para los examenes que se aproximaban y no tenía tiempo para prestarle atención. Aun así, insistió, prometiendo ser un buen niño y quedarse a un lado, quieto y en silencio, sin molestarlo en lo más minimo mientras se concentraba en sus estudios.

No le importaba mucho no tener la atención completa de Kai, solo compartir un espacio con él, poder mirarlo hasta hartarse y disfrutar de las rápidas miradas curiosas que este le enviaba, eran suficientes para él. Por ello, había estado sentado en aquel sofá, cerca de la ventana con vista a una transitada calle de Londres, con un libro sobre su regazo y en total silencio. Todo para disfrutar de la compañia del otro por un momento más.

Dirigiendo su mirada a la cama, observó con avidez la pequeña y delgada figura de Kai, acurrucada contra el cabecero de la cama entre algunos cojines, vistiendo una camiseta holgada verde menta con pantalones blancos, y mirandolo a través de algunos mechones de oscuro cabello castaño que caían sobre su rostro.

Le sonrió, intentando alejar la mirada entre curiosa y preocupada que estaba recibiendo—. Nada en particular, solo dejaba mi mente vagar.

—Ya veo, eso explica la expresión en blanco que ha decorado tu rostro la última media hora.

—¿Me has estado mirando por media hora?

—No seas tan engreido.

Rió entre dientes—. Entonces, deja de mirarme y comienza a estudiar o voy a comenzar a pensar que soy tan atractivo como me gusta creer.

Una suave curva torció los bordes de sus labios, pero rápidamente apartó la mirada, volviendo a sus libros de estudios. Nee lo observó por un largo momento, disfrutando de la simple comodidad de estar allí, compartiendo un espacio sin necesidad de rellenar el silencio. No tardó mucho antes de que la mirada concentrada de Kai apareciera en su rostro, con un ceño apenas fruncido y el labio inferior entre los dientes, se veía tierno.

Con solo una mirada al libro sobre sus piernas, Nee lo cerró. Ni siquiera sabía porque lo había tomado, no era como si pudiese leer mucho sin sus lentes, las cosas tendían a ponerse un tanto borrosas luego de un rato enfocando la vista. Cerró los ojos por un momento, intentando apartar la incomodidad que parecía haberse instalado en ellos antes de girar la mirada hacia la ventana, al exterior.

La lluvia había estado repiqueteando en el cristal desde hacía varias horas, suave pero constante. Ahora, parecia haberse incrementado, golpeando con la fuerza de pequeñas piedras. El cielo se había convertido en un oscuro gris, cargado de lo que seguro, sería una gran tormenta. Sin mirar el reloj, sabía que debía ser cerca de la mitad de la tarde, pero el sol había sido escondido entre las nubes espesas, creando un escenario casi nocturno solo iluminado con los casuales relampagos que eran acompañados por truenos que hacian vibrar los cristales.

Hizo una mueca, eso no se veía para nada prometedor.

Antes de que pudiese hacer un comentario sobre el clima, el apartamento entero quedó en penumbras. La luz tenue que entraba por la ventana, iluminó la expresión sorprendida de Kai.

Desde que te vi |Nilo/Kai|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora