–Creo fielmente que esto es una muy mala idea –vuelvo a repetir por decimoquinta vez.
– Oh, vamos, ¿acaso tienes miedo? –me molesta D.
–¿Miedo? ¿Qué es eso? ¿Acaso se come? –digo sarcástica–. Solo digo que, y vuelvo a repetir, esto es una estupidez. ¿No ven películas de terror? Porque lo que estamos haciendo es justamente lo que no tenemos que hacer.
–¿No quieres recuperar tu celular? –pregunta ahora Dixie–. Este es el momento perfecto para ver si está por aquí.
–¿Recuperar? ¿Ese cacharro? Ni hablar –exagero–. Miren esto, miren –muestro–. Este es mi nuevo bebé: mejor pantalla, más espacio, mejor resolución. Definitivamente no extrañaré jamás al otro –comento volviendo a guardar el aparato–. Además, ya han pasado seis días, alucinan si creen encontrar algo.
–Estoy de acuerdo con Rubi –me apoya Emilie–. ¿Por qué no volvemos a casa, vemos una película y listo, como se suponía que íbamos a hacer desde el principio? –suspira.
–Oh, vamos, chicas, sin preocupaciones. Si algo pasa, estoy yo para cuidarlas –sonríe Jack.
–Ahora sí empiezo a temer por mi vida –dramatiza la rubia.
–Es divertido, hace tiempo no hacíamos algo como esto –ríe Ethan.
–¿Te recuerdo por qué? –vuelve a hablar Em–. La última vez casi terminamos en la comisaría por culpa de esta –me señala.
–¡Ey! En mi defensa, en serio quería ese peluche –me cruzo de brazos–. Además, no estuvieron ni cerca de atraparnos –me excuso.
–En realidad, joya –habla D pasando un brazo por mis hombros–, literalmente te agarraron mientras corrías –sonríe–. Hasta el día de hoy no sé cómo hiciste para escapar.
–Tengo mis trucos –alardeo–. En fin, no me distraigan. ¿Alguien me vuelve a explicar por qué estamos caminando a las tres de la mañana hacia un callejón, a oscuras, para poder encontrar un celular que probablemente ya esté más muerto que mi difunto pez, que en paz descanse, Nemo?
–Amén –dicen todos a la vez, causando que luego de unos segundos estallemos en carcajadas.
–Porque es divertido, linda –dice Jack empujando a D y ocupando su lugar a mi lado–. La adrenalina siempre es divertida.
–¿Sabes lo que es divertido? Estar en casa viendo una película –definitivamente Em es la que menos quiere estar aquí–. Eso sí sería divertido.
–Oh, vamos, sabes que será una buena anécdota –la abraza Ethan, causando que se ponga roja y que Dixie y yo nos miremos con sonrisas cómplices–. Ese es nuestro refrán, "hazlo siempre por la anécdota".
–Qué refrán más estúpido –masculla ella.
Luego de eso, todo queda en silencio, y lo único que se escucha en la noche son nuestros pasos.
Les cuento cómo es que llegamos hasta aquí. En el transcurso de lo que quedaba de la semana y la vuelta de Jack a clases, decidimos hacer una pequeña noche de películas en la casa de Em, ya que hacía mucho que no lo hacíamos. Sin embargo, no me acuerdo del momento en que a Jack se le ocurrió venir a "recuperar" lo que había perdido. Y lo digo así ya que era obvio que no veníamos a recuperar nada. Y aquí estamos, seis adolescentes sin nada que hacer caminando por la calle a las tres de la mañana. Yupi, qué divertido.
Y no es por sonar borde ni nada, pero estamos caminando hacia un callejón oscuro, en un pueblo donde seguramente pueda llevarnos el diablo de las patas por la cantidad de historias que tiene. Y aunque no creo en esas cosas, tampoco es como que quiera corroborar que son verdad.
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¿Crees en la magia? ©
FantasyEn el pequeño pueblo de Roseblood, la quietud de la noche siempre ha sido un manto de tranquilidad, un refugio del bullicio del día. Pero en los últimos meses, un rumor ha comenzado a propagarse como el fuego entre sus habitantes, un murmullo inquie...