El sol apenas había asomado cuando me desperté al sonido insistente de mi alarma. Me levanté de la cama con una mezcla de emoción y ansiedad, anticipando lo que podría depararnos el día. Después de lo que habíamos descubierto sobre el profesor Flicher y los supuestos poderes en mi familia, era difícil concentrarse en algo tan mundano como la escuela, pero sabíamos que teníamos que mantener las apariencias. Nos reunimos en la entrada del instituto, como siempre, intentando actuar con normalidad. Sin embargo, la tensión era palpable entre nosotros.
—¿Están listos? —preguntó Em, ajustándose la mochila.
—Tan listos como podemos estar —respondió Jack, con una mirada decidida—. Hoy tenemos que estar atentos a todo.
Asentimos y nos dirigimos a nuestras respectivas aulas.
—Es extraño, ¿no lo crees? —le pregunté a Dalton en cuanto nos acomodamos en nuestros asientos.
—¿Qué cosa? —se volteó para mirarme.
—Venir a clases con normalidad —respondí—. Venir y por un momento fingir que no sabemos lo que sabemos, que las cosas que hemos visto no están allá afuera —señalé la ventana—. Fingir que los problemas quedan atrás de las puertas del instituto cuando entramos, sabiendo que los verdaderos problemas están adentro.
Él solo me miró en silencio.
—¿Cómo es que las cosas se tornaron así? —suspiré.
—Quién sabe —respondió—. Tal vez todo hubiese sido diferente si no indagábamos más.
—¿Vas a sacar a relucir el hecho de que tendríamos que haberte hecho caso? —pregunté irónica—. ¿O vas a decirme "te lo dije" en la cara?
Rió.
—Me guardaré esa contestación para más adelante, mi joya —habló divertido—. Tal vez hubiese sido diferente, sí —siguió—. Sin embargo, ¿dónde está lo divertido en eso? No seríamos nosotros si no nos metíamos de lleno en esto —suspiró—. Además, ahora todo se tornó más personal —me miró fijo—. Estás involucrada en esto, Rubí, indirecta o directamente, tarde o temprano terminaríamos donde estamos.
—Sí, puede ser —me recliné en el asiento.
—Vamos, deja esa cara seria —rió—. Hoy capaz que encontremos algo más relacionado con la es... —se cortó cuando vio que Finn se acercaba—, con la situación del trabajo de historia —mintió, mientras veía cómo Finn se acomodaba en su lugar.
—Sí, en la biblioteca debe haber algo de eso —lo miré—. Después de clases podemos ir con los demás —asentí despacio.
—Claro —asintió y se dio vuelta en su lugar.
Al final sí tendré que volver a esa maldita biblioteca.
—¿Hay un trabajo de historia? —la voz de Finn me hizo saltar en mi lugar.
—Ay, Dios —me llevé una mano al pecho—. Digo, sí, lo hay. Es un trabajo que siempre nos pone el profesor Flicher —hablé—. Suele hacerlo a mitad del curso, pero nosotros empezamos a investigar antes sobre los temas que pueden ir porque sino nos atrasamos. No es por nada, pero decir que hacemos las cosas en tiempo y hora sería una mentira —bromeé.
—Oh, claro —asintió—. Ya me estaba imaginando que había un trabajo que no había hecho —rió.
Yo solo sonreí y lo miré en silencio. Realmente no quiero creer que él tenga algo que ver con todo, sin embargo, es más que obvio que está metido en todo.
—Entonces —interrumpió mi hilo de pensamiento—, ¿qué has estado haciendo desde la última vez que hablamos, claro?
—Mmm, no mucho —mentí—. Ir de aquí para allá con los chicos, jugar a los detectives —lo miré a los ojos—, descubrir cosas interesantes, ya sabes, lo normal —me encogí de hombros y por el rabillo del ojo pude ver cómo Dalton se tensaba.
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¿Crees en la magia? ©
FantasyEn el pequeño pueblo de Roseblood, la quietud de la noche siempre ha sido un manto de tranquilidad, un refugio del bullicio del día. Pero en los últimos meses, un rumor ha comenzado a propagarse como el fuego entre sus habitantes, un murmullo inquie...