Estaba acostada en mi cama, mirando fijamente el techo de la habitación. La luz del sol de la mañana se filtraba a través de las cortinas, pero mi mente estaba lejos de la calma que irradiaba la escena. Los pensamientos sobre la reunión de la noche anterior aún revoloteaban en mi cabeza, sin darme un maldito descanso.
Finn había sido evasivo, como siempre. Aunque decía que quería proteger el equilibrio, sabía que había algo más en juego, algo que él no estaba revelando. Sus palabras sonaban correctas, pero había algo en su tono, en la forma en que evitó responder directamente a mis preguntas, que me hacía desconfiar.
Suspiré, sentándome en la cama y abrazando mis rodillas. Mis pensamientos me llevaron de nuevo al callejón, al primer encuentro con el Harkan. La oscuridad palpable, el frío que se colaba entre mis huesos, y sobre todo, la voz del Harkan, como un eco recurrente en mi mente, susurrándome promesas de respuestas y poder.
Sé que estoy jugando con fuego, que investigar por mi cuenta y desafiar a mis padres es peligroso, pero no puedo evitarlo. Algo me empuja, una necesidad insaciable de descubrir la verdad, de entender lo que realmente está sucediendo. Miré mi reflejo en el espejo, viendo la determinación en mis ojos.
No puedo dejar que el miedo me detenga.
De repente, una idea estúpida ingresó a mi mente: necesitaba regresar al callejón. Tal vez había algo que había pasado por alto, alguna pista que pudiera guiarnos en la dirección correcta. Aunque sé que no es la mejor idea, la sensación de urgencia crecía dentro de mí. Tenía que intentarlo.
Ya tomé la decisión. Me levanto de la cama y comienzo a prepararme. Reviso el bolso, asegurándome de tener lo esencial: una linterna, mi teléfono—que esperemos no perder—, y una pequeña navaja que papá me había regalado cuando era más joven. Mientras me preparaba para salir, una voz interna me advertía que lo que estaba haciendo era una locura, lo cual es verdad, pero no puedo detenerme ahora.
Justo cuando estaba a punto de salir por la puerta trasera, escuché la voz de mamá.
—Joder —suspiro.
—Rubi, ¿podemos hablar un momento?
Me detuve en seco, sintiendo cómo el corazón me daba un vuelco. Ellos rara vez me pedían hablar de forma tan seria, y ya sabemos cómo terminó la última vez. Sintiéndome un poco culpable por lo que estaba haciendo y por tener que volver a mentirles, me giro lentamente y me dirijo hacia la sala de estar, donde ellos ya estaban sentados en el sofá, con expresiones solemnes en sus rostros, demasiado solemnes.
Esto es malo.
—¿De qué se trata? —pregunto, tratando de sonar tranquila, fingiendo que no me estoy muriendo de ansiedad por dentro.
Veo cómo papá intercambia una mirada con mamá antes de empezar a hablar.
—Rubi, creemos que es momento de contarte algunas cosas sobre nuestro pasado. Cosas que hemos mantenido en secreto por mucho tiempo.
Sentí cómo un nudo se formaba en mi estómago. ¿Más secretos? Esto no va a ser fácil.
—Cuando éramos jóvenes, nosotros, al igual que tú y tus amigos, éramos inseparables —comenzó mamá—. Tu padre, los padres de Jack, de Dalton, todos estábamos muy unidos. Pero también estábamos involucrados en cosas que nunca debimos tocar.
Los miro con el ceño fruncido. ¿De qué rayos habla?
—¿Qué tipo de cosas? —pregunto, interesada.
Papá suspiró, frotándose las sienes antes de hablar.
—Secretos antiguos, Rubi. Magia, linajes, y poderes que no entendíamos del todo. Al principio, todo parecía fascinante, una aventura emocionante. Pero pronto nos dimos cuenta de que estábamos en algo mucho más grande, algo peligroso.
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¿Crees en la magia? ©
FantasyEn el pequeño pueblo de Roseblood, la quietud de la noche siempre ha sido un manto de tranquilidad, un refugio del bullicio del día. Pero en los últimos meses, un rumor ha comenzado a propagarse como el fuego entre sus habitantes, un murmullo inquie...