XV | Tormenta

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Era un día de tormenta, el cielo cubierto de nubes tan negras que casi parecía que era de noche, las luces de la mansión estaban todas encendidas, un joven Demetrius rondaba por la casa, atento a los murmuros que se mezclaban entre el sonido de la lluvia que caía incesante y golpeaba las ventanas, miro desde el segundo piso a quienes entraban y salían con expresión de preocupación en sus rostros, había visto a su padre salir furioso y a su madre gritarle a los empleados:

~Se ha escapado, no podemos encontrarla~ escucho entre tanto

Se aventuró a averiguar que era lo que pasaba, oyó a su madre exigir:

~¡Encuentrenla!, Es la única que resistió las pruebas, nuestro valioso trabajo, ¡Nos pertenece!~

Curioso de lo que sucedía, siguió sigiloso a quienes salieron de la oficina y los oyó comentar:

~Será difícil, puede leernos la mente, si se da cuenta que la buscamos, volverá a escapar~

~Es una niña pequeña, ¿Cómo podría escapar?~

Abrió los ojos con sorpresa, ¿Leer la mente?, ¿Algo así era posible?, ¿Sus padres habían logrado tal hazaña?.

Los días transcurrian y un desfile de personas se paseaban por la oficina de sus padres, no se dió cuenta cuando esto cesó.

Tiempo más tarde, se sorprendió de que su madre se relacionara con una familia de pobres plebeyos, su perspicacia lo hizo dudar, no era propio de ellos mezclarse con la servidumbre, algo tenía que haber detrás de tal extraño y repentino comportamiento, ¿Qué tendrían ellos para llamar la atención de su familia?, Algún beneficio tendrían que obtener, de lo contrario no habría forma de que se les abrieran las puertas de su casa.

La respuesta le llegó un par de años más tarde, cuando en la academia se encontró con la dichosa hija de aquella familia que le causaba tanta incertidumbre, Anya Forger, en un instante pareció calzar todas las piezas del rompecabezas que había estado tratando de armar durante años sin mucho éxito, no había duda, era ella, la niña a quien buscaban, recordó sus poderes telepáticos por lo que evito pensar en algo que lo delatara, al principio fue un tanto difícil, sobretodo porque por alguna extraña razón ella se acercaba con amabilidad ante él, incluso le causó ternura, él le respondía cortés, era conveniente llevarse bien con ella, llegado el momento, podría serle útil, podría usarla para su conveniencia.

Luego se encontró con ella un par de veces en su casa, sola, llendose con su padre o entrando a una habitación con su madre, supo que ellos ya habían jugado sus movimientos con ella, conociéndolos, seguramente la habían amenazado con quizás qué artimañas para hacerla hacer lo que le ordenaran, eso le pareció tan trillado, tan poco elaborado, él era mucho más que eso y aspiraba a algo más.

El momento en que la necesitaba había llegado, se había adentrado en aquel difícil pero bien pagado mundo que era la política, su inteligencia y su aguda intuición le habían bastado hasta el momento para posicionarse dónde estaba, pero porsupuesto que asegurarse de quién podía confiar en esa selva de engaños y mentiras no estaba demás.

Acudió a ella solicitando su ayuda, rebajándose a su nivel, acercándose poco a poco, agradeciendole, haciéndola sentir cercana, más como una amiga que como una esclava, quería capturar sus sentimientos, conquistarla, manipularla, aún era joven y frágil, quería aprovecharse de eso, bastaría ser atento, elogiarla, darle regalos para hacerla caer rendida, sería cauteloso, iría paso a paso para no asustarla ni hacerla sospechar... pero lo último que sucedió dónde ella incluso le salvó la vida lo hizo desesperar, pensó en que quería tenerla de su lado lo antes posible, en que no sabría que hacer cuando ella no estaba, sintió que había tardado demasiado, el tiempo se le estaba agotando, era asfixiante no saber que pensaban las personas que estaban a su alrededor, quería controlarlo todo, así que apresuró sus planes y se embarcó a buscar aliados:

Imposible | DamiAnyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora