2. Llegó la jefa.

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Argentina, ciudad de Ushuaia.

Actualidad.

Venecia.

Hoy el día no se prestaba para estar encerrada en las cuatro paredes de la oficina leyendo los nuevos proyectos y contratos que se presentaron. Las gotas de una leve llovizna se resbalan por las ventanas de mi pieza, las ramas de los árboles se mueven de un lado a otro por el viento y el frío se siente.

Llamo a Victoria, que es mi mano derecha en la empresa, para avisarle que me voy a tomar unos días dejándola a cargo de las actividades que están planificadas para estos días. Aprovecho para mandarles a las chicas que en dos horas tenemos que estar en el aeropuerto y pidiéndoles que sean puntuales, cosa que, viniendo de ellas es imposible.

Bajo al primer piso llevando la maleta conmigo y el delicioso olor a comida está impregnado por todo el primer piso. Eleanor, aparte de mantener mi casa limpia y en orden, también cocina y debo reconocer que cada comida que hace es riquísima. A ella la conocí cuando decidí venir a Buenos Aires a vivir, después de que terminé la carrera de arquitectura y mis negocios se establezcan acá y con ello la empresa, exactamente tres años. Necesitaba de alguien que se encargue de la casa mientras yo no estaba. Eleanor fue la primera que se presentó para el empleo y desde ese día trabaja en esta casa.

- Buenos días Ele, ¿cómo estás?

- Buenos días señorita, estoy muy bien, gracias por preguntar. - Me sonríe como cada mañana que nos cruzamos. - Su desayuno esta listo. Le preparé panqueques con dulce de leche y un café bien fuerte como a usted le gusta. - Deja las cosas en la isla y le siento en la butaca tomando la taza de café.

- ¿Vos ya desayunaste? - Ella niega mirándome apenada. - Entonces sentate y desayuna conmigo por favor. Hay café y panqueques para las dos. - Eleanor se sirve café y se sienta frente a mi, como cada vez que desayunamos juntas.

- ¿Viaje de negocios? - Pregunta al ver la maleta junto con una mini mochila.

- De eso quería hablarte. - Tomo un trago de café que esta riquísimo. - Voy a aprovechar estos días de lluvia para irme a Ushuaia y ver como van las estadísticas del hotel. Seguramente vuelva en tres o cuatro días y quiero que vos, los días que yo no esté, te los tomes libres. No hace falta que vengas a limpiar y lo digo en serio.

- No hace falta señorita, puedo venir y ordenar algunas cosas mientras usted no está.

- No se cuantas veces te lo dije pero te lo repito una vez más, podes tutearme. No hace falta tanto formalismo.

- Es la costumbre Venecia, discúlpame. - Le sonrío, es una mujer adorable.

- Volviendo a lo de antes, tomate estos días libres. Tus nietos estarán felices de tenerte solo para ellos. - Sus ojos color miel se iluminan ante la mención de sus nietos. - Estos días que no trabajas no se te van a descontar del sueldo, así que, yo que vos lo aprovecho. - Le guiño el ojo.

- Muchas gracias Venecia, de verdad se lo agradezco. Y espero que estos días que se va a Ushuaia descanse, porque desde que trabajo para usted no la he visto parar ni un segundo. - Empieza a levantar los platos y tazas de la isla para lavarlos y la ayudo.

- Eso es lo que voy a hacer Ele, porque de verdad que lo necesito. - Estos días en Ushuaia serán unas minis vacaciones.

Desde que empecé la carrera de arquitectura, con dieciocho años, me metí de lleno en los estudios terminando con la carrera cuatro años después y consiguiendo mi primer proyecto dos meses más tarde, que me llevó al puesto que tengo hoy en día que es ser dueña de una empresa de arquitectura y de algunos hoteles diseñados por mi, ubicados en distintos países.

Ella | +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora