Italia, ciudad de Como.
Alessia.
Perdí la noción del tiempo pensando, pensando en ese pasado que lastimó mi corazón, que se llevó miles de lágrimas y me arrebató muchas sonrisas, que hizo que me perdiera a mi misma y mi felicidad. Que logró lastimarme hasta el punto de no poder más y que ahora no puedo olvidar.
No puedo olvidar esos momentos tan dolorosos donde creía que él iba a aparecer en mi habitación para jugar conmigo, para darme las buenas noches o simplemente decirme que me quería. Esas veces que me pasaba parte de la noche imaginando una relación padre e hija tan maravillosa que pedía y deseaba que pasara.
Creí tantas cosas e imaginé tantos escenarios con él que nunca pasaron. Él nunca me dio las buenas noches, nunca me dijo un te quiero, nunca jugó conmigo, nunca tuvo un trato especial hacia mi. Todo lo que había imaginado se quedó en la misma nada.
Todos esos cumpleaños que pasé pidiendo el mismo deseo, que él me quisiera. Pero sucedía todo lo contrario, el tiempo pasaba y su desprecio hacia mi era cada vez más claro.
Ese desprecio que nunca pude entender y que hasta el día de hoy duele, pero no de la misma manera que años atrás.
Dolía y duele saber que ese desprecio todavía está y que cada vez es peor. Que sigue lastimandome como cuando era solo una niña que buscaba el amor y la atención de su padre. Que solo pedía un abrazo o una simple sonrisa de su parte para sentirme bien, para hacerme feliz aunque esa felicidad durara unos segundos, para hacerme saber que yo si le importaba.
Pero esos abrazos y sonrisas no llegaron y al día de hoy ya no las espero. La esperanza de esa niña por recibir algo por parte de su padre se perdió y ya no va a regresar.
Esas escenas que creaba en mi cabeza con mi padre ya no volvieron, esos pensamientos y deseos quedaron en el olvido. Como él lo había hecho conmigo.
Pero hoy esos sentimientos de dolor volvieron al recibir su llamada, pidiéndome que vaya a hablar con él, que quería verme. Es la primera vez que me llama en diez años y presiento que una vez más voy a salir lastimada por su culpa.
- ¿Nos vamos? - Su voz suave me saca de mis pensamientos.
- Sí. - Respondo sin mirarla, sintiendo como sus pasos avanzan hacia mi.
- ¿Estás segura de ir? - Sus manos se posan en mis hombros ejerciendo una ligera presión.
- No. - Doy media vuelta, necesito un abrazo de ella. - No estoy segura de ir y hablar con él, pero necesito darle un cierre a esto para que no se agrande más. - Y como lo estaba deseando sus brazos me envuelven transmitiéndome esa calidez y tranquilidad que tanto estoy necesitando en estos momentos.
- Yo te voy a estar esperando cuando termines de hablar con él. No te voy a dejar sola.
- Esta bien. - Apoyo mi frente en la suya cerrando los ojos por unos segundos, buscando mi tranquilidad. - Vamos.
Salimos de la casa emprendiendo camino hacia la casa de mi padre, con la incertidumbre de si lo que estoy por hacer saldrá bien o mal, si tengo fuerzas para escuchar lo que tiene para decirme.
Cada vez que tiene algo para decirme no es nada nuevo y aunque quisiera que hoy fuera distinto tengo en claro que no será así. Desde que estoy en una relación con Venecia el trato de mi padre empeoró muchísimo y después de lo que le dijo a mi mujer en esa cena ya sé cuales son sus intenciones.
- Te están esperando. - Señala hacia la entrada de la casa donde están mi madre y mi hermana.
Bajamos del auto siendo recibidas por ellas que nos sonríen y nos abrazan. El ambiente se siente pesado y mi padre no se ve por ningún lado.
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Ella | +18
RomanceUna salida al boliche, bebidas alcohólicas que no acababan, un mareo y un acercamiento inesperado. Esa noche termina en una habitación de hotel.