Argentina, Buenos Aires.
Venecia.
Sus manos me toman de la cintura y de un impulso me levanta del suelo, enrollo mis piernas alrededor de su cuerpo y sin aguantarme un segundo más pego mi boca a la suya que me recibe con ganas. Mi espalda choca contra la pared más cercana, sus manos toman las mías alejándolas de su rostro, apoyándolas en la pared dejándolas inmóviles con su agarre.
Y yo que me muero por tocarla.
- Esta vez quiero ser yo quien disfrute de tu cuerpo. - Murmura sobre mi boca, mirándome con esos ojos que se oscurecieron. - Como vos lo hiciste conmigo esa vez.
- Podés hacer conmigo lo que quieras.
Y con esas últimas palabras me tira a la cama con delicadeza, quedando ella arriba mío, sonriendo mientras recorre con sus manos mi torso, mis piernas, donde se entretiene un poco más y vuele a subir adentrando sus manos bajo el remeron. Acariciando con las yemas de sus dedos la piel de mi abdomen con suma lentitud que me tiene desesperada, pero al parecer a ella no le importa cuan desesperada puedo estar porque no hacerla sus movimientos.
- Por esta noche el ritmo lo llevo yo. - Sus manos llegan hasta la altura del corpiño pero no se mueven.
- Eso ya lo veremos. - La tomo de la nuca hacercando su rostro al mío.
- Te gusta provocarme, ¿no es así? - Su aliento choca contra mi rostro y nuestros labios casi se rozan.
- Me encanta hacerlo y a vos también te gusta que lo haga. No me lo podés negar.
Lo que recibo a modo de respuesta es un beso que me enciende mucho más que el anterior, mis manos en su cuerpo buscan el contacto de su piel desesperada, mientras ella empieza un recorrido de besos por mi cuello y con movimientos ágiles me saca el remeron dejándome con los pechos al aire y una tanga cubriendo mi parte más íntima. Su mirada baja a mis pechos y con una simple mirada me hace entender lo que quiere hacer, su boca envuelve uno de mis pezones y con su lengua hace círculos alrededor manteniendo la lentitud de antes y enloqueciendome.
De un rápido movimiento la dejo de espaldas contra la cama conmigo a horcajadas, la ropa que nos estorba desapareció en cuestión de segundos. Nuestros cuerpos están piel a piel compartiendo calor corporal y unas cuantas caricias que me están llevando a la deriva. Una de sus manos empieza a descender por entre medio de mis pechos, por mi abdomen, hasta llegar a mi fuente de placer. Sus dedos me recorren haciendo caricias sobre mis labios vaginales, moviéndolos de un lado a otro haciéndome soltar varios suspiros.
Su manera de tocarme es único y me esta enloqueciendo.
Su dedo pulgar se dirige a mi clítoris empezando con movimientos circulares que me están volviendo loca, mis caderas se mueven en busca, mi respiración se vuelve acelerada y la rubia aumenta la velocidad de sus movimientos. Un gemido sale desde lo más profundo de mi garganta y la siento sonreír sobre la piel de mi cuello, mi cuerpo se sacude por el placer que está recibiendo y siento que en cualquier momento voy a estallar, pero al parecer ella tiene un plan distinto porque los movimientos en mi centro cesan.
- Quiero volver a probarte. - Susurra en mi oído y como si fuera posible esas palabras me calientas aún más de lo que yo pensaba.
Me toma de las caderas empujandome hacia adelante, dejando su cabeza entre mis piernas y mi centro totalmente expuesto a ella. Sus manos toman mis muslos y su lengua me recorre de arriba hacia abajo por mis pliegues tomando cada gota que desprende mi centro, sus labios se envuelven alrededor de mi clítoris succionandolo con fuerza, ya no aguanto más. Su lengua se dirige a mi entrada y sin previo aviso me penetra con esta, de adentro hacia fuera repetidas veces sin parar, haciendo que me deleite de tanto placer. Siento como sus dientes se clavan en mi carne y una pequeña punzada de dolor mezclado con placer se forma ahí abajo, pero no pasó ni medio minuto que tengo su lengua de nuevo recorriendome, dándome un orgasmo que me desvanece por completo y me deja sin fuerzas.
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Ella | +18
RomanceUna salida al boliche, bebidas alcohólicas que no acababan, un mareo y un acercamiento inesperado. Esa noche termina en una habitación de hotel.