Italia, ciudad de Como.
Venecia.
Solo bastó un mensaje para que me suba a ese avión y venir a verla. No podía quedarme en casa después de que me haya contado lo sucedido con su padre y escuchar como su voz se rompía por las lágrimas con cada palabra que soltaba. Alessia me necesita y yo necesito estar con ella.
El camino hacia su casa se me hizo eterno, las ansias por verla, abrazarla y decirle que todo va a estar bien pudieron conmigo. Porque se que no es fácil pasar por este momento teniendo varias cosas en contra, como por ejemplo que existe la posibilidad de que la hechen del bufete a causa de su padre. Quiero estar con ella y acompañarla en cada momento y en lo que la rubia quiera.
Al llegar a la dirección que me mandó Alessia me encuentro con una hermosa casa. Hay un camino con algunos escalones rodeado de piedras y flores que me llevan a la entrada, un patio hermoso con árboles y una piscina en el medio, la casa está llena de ventanales que muestran todo su interior pero no veo a la rubia por ningún lado.
Me acerco a la puerta dando algunos golpes que segundos después se abre y me encuentro con una imagen que me hizo doler el alma. Sus ojos están hinchados y rojos por el llanto, su mirada envuelta por la tristeza y se la ve muy decaída. Alessia da unos pasos hacia mi y me envuelve con sus brazos en un reconfortante abrazo, tenerla tan cerca de nuevo con sus brazos envolviendome y su aroma llenándome me da tanta tranquilidad que es inexplicable.
- ¿Me extrañaste rubia? - Susurro en su oído sin separarme un centímetro de ella.
- No te das una idea de cuanto. - Su mirada conecta con la mía, extrañaba ver ese azul. - Pasa, después te ayudo con la maleta.
- Tu casa es hermosa. - Tiene una decoración muy sencilla pero todo moderno.
- La mujer que está ahora adentro lo es mucho más.- Me alaga recorriendome con la mirada. - Preparé café antes de que llegaras, ¿querés? - Asentí siguiéndola a la cocina.
- ¿Cómo te has sentido? - Pregunté mientras ella sirve el café de espaldas a mi.
- Como el culo. Estoy en el punto en que me arrepiento de haber abierto la boca pero a la misma vez fue como una liberación, se me juntaron muchas cosas. Por un lado esta mi padre que por una vez en mi vida se interesa con lo que pasa conmigo pero obviamente no salió para nada bien y terminó odiandome un poco más. Por otro lado esta su matrimonio que después de la pelea de anoche parece que ya no va más. - Me pasa una de las tazas y se sienta a mi lado.
- ¿Por qué decís que te odia?, si sos la mujer más buena, trabajadora, exitosa, maravillosa, inteligente y mucho más. - Sonríe con la tristeza reflejada en su mirada.
- Mi padre no piensa igual que vos, para él siempre fui un estorbo y hasta el día de hoy lo sigo siendo. Ya me cansé de que siempre me lleve por delante como si no fuera nadie y anoche no aguanté más. Todo empezó por un simple rumor de que ando con una mujer y no me pude quedar callada una vez más, es mi vida y yo elijo con quien vivirla. Él no tiene ni voz ni voto en esto y se lo dejé claro, pero ahora puedo quedarme hasta sin trabajo por eso. - Sus ojos se llenan de lágrimas. - Me siento culpable sabes, mis padres parece que están por separar, lo más probable que sea por mi y no sé que hacer.
- Veni acá. - Dejo la taza sobre la isla y tiro de su mano hacia mi, dejándola sentada en mis piernas. - Tu padre no tiene que meterse en tu vida y mucho menos en tus sentimientos y con lo que querés, eso lo debes tener más que claro. Sobre el matrimonio de tus padres, es decisión de ellos si quieren terminarlo o no, no creo que sea por vos. - Llevo mis manos a sus mejillas sacando los restos de lágrimas. - ¿Tenés alguna idea de quién le llevó el rumor a tu padre?
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Ella | +18
RomanceUna salida al boliche, bebidas alcohólicas que no acababan, un mareo y un acercamiento inesperado. Esa noche termina en una habitación de hotel.