Argentina, ciudad de Buenos Aires.
Venecia.
El sol ilumina la ciudad de Buenos Aires trayendo consigo un lindo calorcito que abraza mi piel. El verde y lps distintos tipos de flores llenan de colores las calles de la ciudad en los primeros días de primavera y nosotras aprovechamos este día para tener un almuerzo al aire libre con nuestras amigas.
- ¿Qué te dijo tu madre cuándo te llamó? - Curiosea la rubia que va manejando.
- Hubo una pelea en la cena de anoche con mis tías, mi abuela nos defendió otra vez y se llevó los comentarios fuera de lugar de sus hijas. Al parecer siguen ofendidas de que no las hayamos invitado al casamiento. - Me sorprendió la llamada de mi madre esta mañana, ella no suele llamar temprano, pero no lo hizo la pelea que hubo.
- Era claro que no iban a estar invitadas y se los dijiste mucho antes del casamiento. Pero siempre tienen que armar una discusión por cualquier cosa.
- Lo peor de esto es que la discusión fue con mi abuela, mis tías a la que más respetaban era a ella y ahora por algo de nosotras armaron esto.
- A ellas lo único que les preocupa es vestir con ropa de marca y que sus maridos no las dejen, por lo demás les resbala. - Sus palabras tienen razón, y no creo que algún día ellas cambien.
- ¿Qué tan hijas de puta tienen que ser para ir tirando mierda a la gente cómo si no valieran nada? - Me reemplanteo la pregunta en voz alta.
- No se necesita mucho para ser así. Lo que yo no entiendo es porqué son tan diferentes a tu padre si fueron criados de la misma manera. Ellas son tan prepotentes, egocéntricas, que no tienen respeto por nada ni por nadie y tu padre es todo lo contrario. - Su mirada cae sobre mi al frenar en un semáforo en rojo.
- Las cambió el dinero, la ambición por querer más y más, querer que todo gire alrededor de ellas y ser el centro de atención. Mi padre nunca quiso eso en su vida y por eso es tan sencillo y diferente a ellas. - Sonrío al hablar de él, siempre fue mi ejemplo y el de mi hermana como persona, y mi madre no se quedó atrás.
- Y ustedes salieron a él, que a pesar de tenerlo todo siguen teniendo su personalidad dulce y encantadora. Que muchas veces miran para otros y no para ustedes, eso las hace distintas y únicas. - Dobla en una esquina prestando atención al camino, pero aún así no puedo evitar sonreírle por lo que me acaba de decir.
- Tenemos distintas formas de ver las cosas. Lo mejor que sacamos de esta discusión es que no las volveremos a ver por un largo tiempo y mi prima ya no va a estar de descarada con vos.
Después de esa cena donde presenté a Alessia ante mi familia, una de mis primas tuvo interés por ella, pero era otro tipo de interés, uno descarado. Se le acercaba cada vez que podía, le decía comentarios fuera de lugar sin importar que estuviéramos su marido y yo ahí presentes. Toda la familia sabía las intenciones que tenía con mi mujer y que a día de hoy sigue teniendo.
Estábamos cansadas que en cada almuerzo o cena familiar que asistíamos, ella se le acercaba coqueteándole, buscando algo más. A raíz de estas acciones terminamos por dejarle las cosas en claro, lo que provocó una casa discusión entre ella y yo que Alessia supo controlar, pero esa conversación no funcionó y en la última cena a la fuimos la buscó por más que la rubia no le dirigiera la palabra.
- Voy a extrañar lo celosa que te ponías. - Al estar de perfil puedo ver como sonríe de lado.
- Yo extraño otra cosa. - Llevo mi mano a su pierna, moviéndola hacia su entrepierna, dejando caricias en el camino lentamente por encima del pantalón. Viendo de reojo las reacciones de ella.
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Ella | +18
RomanceUna salida al boliche, bebidas alcohólicas que no acababan, un mareo y un acercamiento inesperado. Esa noche termina en una habitación de hotel.